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Frío: Cap 4: De Los Altos Edificios, Los Trozos de Carne Saltan a la Alegría del Vacío

De Los Altos Edificios, Los Trozos de Carne Saltan a la Alegría del Vacío
De un momento a otro, pude sentir el frío calándome hasta los huesos. El mundo a mi alrededor pareció desvanecerse, o eso creía. La sensación de algo dejando mi cuerpo se volvía desgarradora. Ya no me sentía como yo mismo. Era la misma sensación a la de un sueño. Los ojos de la persona que ve el mundo imaginario estaba temblando de frío, se congelaba, sentía sus músculos entumecerse y sabía lo que le pasaría, podía conocer el pasado y el futuro, como si todo fuese una gran obra de teatro, pero más retorcido. Podía ver su futuro cercano, y le aterraba. Me aterraba. La sensación me ponía en un estado de pánico absoluto.
El sonido de los cristales romperse, la lluvia de fragmentos que venía directa hacia mí. Juraba que, a través de aquellos ojos extraños, podía ver los fragmentos de cristal, afilados como cuchillas, reflejar la imagen de un enorme cuevo con un traje elegante, parecido al mío y con un sombrero de copa. Era el reflejo de algo inhumano. Algo retorcido que me representaba de alguna manera. Podía identificar que aquello era yo, pero no sentía que fuera yo. ¿Una disociación? ¿Un recuerdo borrado? ¿Un futuro cercano? Nada tiene sentido en esta retorcida versión de lo que yo identifico como realidad. Lo imposible se vuelve natural y lo natural es solo una imaginación demasiado activa en un adulto aburrido de una vida monótona. Cada sueño en un mundo, y aquel, era uno muy particular.
El estruendoso sonido, comparable al sonido de cientos de cañones disparándose a la vez, me ensordeció. El doloroso estruendo me hizo gritar, el pitido de mis odios me decía que podría haberme quedado sordo si aquel sonido hubiese sido un poco más fuerte. Los cristales se movieron por el aire y reflejaron una sombra justo delante de mí. Una sombra esposada, la misma sombra. De nuevo, aquel sonido me ensordeció, y la longitud del pasillo se extendió de una manera imposible, junto al crugido del hielo que se formaba a mi alrededor. Las cadenas cayeron del techo, atadas a caras desfiguradas por distintas emociones, me recordaban a algo. El frío de un invierno especialmente cruel, podía sentirlo asesinándome lentamente. La lluvia de cristales me atravesó el cuerpo, como cientos de lanzas atravesando el cuerpo debilidado de un joven crucificado.
Las alas de mi espalda se extendieron con un dolor intenso, parecido al de los huesos rotos, un golpe contundente en el cráneo, una enorme piedra sobre tu cabeza. Por el dolor, casi caí al suelo.Pude apoyarme en una mesa que había aparecido allí de pronto, pero que yo recordaba que siempre había estado allí. Las plumas negras cayeron a mi alrededor, llenando el suelo y la mesa de una tinta negra. La mesa tenía mi nombre grabado. Garabatos de una mente obsesiva rayados en la madera vieja y gastada. Intentaba manterne firme, pero un insinuoso mareo me hizo vomitar y tambalearme de forma violenta en la mesa, tirando todas las botellas de cristal al suelo, la mayoría se rompieron. Un recuerdo del espejo.
De la nada, antes de que mi conciencia decidiese marcharse al fin de aquella realidad vista como una pesadilla bien elaborada, pude ver una figura femenina de vestido veraniego rodeado de mariposas blancas. Las mariposas revoloteaban alrededor de la figura, como un fantasma, manchándose en la tinta de mis plumas y extendiendo el negro por su piel pálida y lisa. Aquello, en mi poca lucidez, me hizo sonreír. Y la sonrisa se convirtió en risa, una carcajada que sonaba más bien educada que sincera. Sentía que había estado hablando con ella, flirteando inocentemente con una clienta de corazón puro que hacía las caras retorcidas y falsas alejarse.
En un chasquido de dedos, volvía a estar en el tren, como era antes de marcharme al mundo de los sueños. No tenía ni idea de lo que acaba de suceder, pero la sirena invertida estaba delante de mí. Tenía una sensación rara en mi cuerpo. El tiempo que había transcurrido desde que dejé de hablar con el Señor Ciervo y la situación en la que me encontraba ahora habían desaparecido, al menos de mi cabeza. Pero, notaba algo extraño, tenía la misma sensación a cuándo uno sueña algo que ya puede recordar al momento de despertarse. El cuerpo tiembla y la sensación de miedo está presente en el sudor frío y las extremidades que tiemblan sin motivo, pero la memoria se ha esfumado, como si nunca hubiese estado allí. Algo había bloqueado el recuerdo del dolor, y solo había dejado la sensación en mi cuerpo.
Aquella sensación me marcaría. A cualquiera lo marcaría. Esta desaparecería, pero pequeños fragmentos del sueño olvidado volverían a atormentar en cuanto algo en el que se supone que es mundo real, los reavivara. Como un picor tras la nuca.
Ella hablaba, pero yo estaba muy lejos. Nada de lo que ella decía se procesaba dentro de mi cabeza, parecía estar muy animada y la extraña forma en que sus ¿mejillas? se tornaban de un color más azulado me preocupaban.
Ella llevaba un vestido ceñido de color azul, con una chaqueta de piel claramente para invierno, decorado con un broche de gemas brillantes. Sus manos estaban decoradas por anillos y uñas de color rojo. El Joven Cabra se encontraba a su lado, sentado de una forma incómoda, con la expresión aburrida. Llevaba una chaqueta gruesa de color rojo y blanco perteneciente a una universidad de la zona que no pude identificar.
_ Oh, santo cielo, que halagador es usted _ dijo entre risas ella. _. Aún que no lo parezca, yo ya estuve casada.
_ Varias veces _ dijo el Jóven Cabra con una intención de reproche más que la de informarme de un dato.
Entonces, volvió a suceder algo que me heló la sangre de nuevo. La Señora Sirena Invertida agarró el brazo del que imaginaba que era su hijo. Lo agarró por la muñeca, los delicados dedos de lo que creo que era una dama se tornaron blancos por la fuerza que ejercía y, para más asombroso, la sensación que me invadió era la misma de cuando la sombra apareció delante de mi. Pero esta vez, mi expresión de angustia estaba acompañada por el Jóven Cabra. Que miraba la mano de su madre con el ceño fruncido en ira.
Todos fingíamos en la mesa del vagón comedor. Mi máscara era más elaborada, entrenada con el tiempo para cualquier situación, pero las suyas eran escuetas, carentes de la experiencia necesaria como para engañarse a si mismos.
Una imagen de él se movió a parte de su cuerpo, como una especie de proyección astral, la realidad a mi alrededor se ralentizó hasta detenerse completamente, al menos por lo que sucedía dentro del tren, el paisaje del exterior seguía en movimiento constante. El joven semitransparente se cubrió la cara, como sollozando. Yo seguía en mi sitio, atento. No sabía muy bien qué hacer o cómo reacciona, así que me mantuve rígido, vigilante, a la espera.
Lo que ocurrió después, es algo difícil de explicar. El vagón se abrió de un extremo, la esquina perpendicular desde donde estaba yo, como los pétalos de una flor, dando a un exterior urbano con un parque de atracciones. Desde lo que se veía por la parte abierta del vagón, parecía ser el techo de un edificio alto. El Joven Cabra se levantó, seguido por su proyección desde muy creca, siguiendo cada movimiento relantizado hasta llegar a la parte abierta del vagón y asomarse por la cornisa del edificio. La proyección se dio la vuelta hacia mí y se separó de su cuerpo, que miraba el paisaje animado del parque de atracciones lentamente congelándose. La noria se detuvo de forma abrupta mientras las estalactitas de hielo crecían más y más. El frío se colaba al vagón y congelaba la entrada y salida de estos. Yo, al verlo tan cerca del borde, me levanté lentamente, acercándome a la protección del Jóven Cabra, estando a más de un metro de esta.
_ Siempre ha sido lo mismo _ comenzó el monólogo del Jóven Cabra. _, no soy nadie para ella. No soy una persona. Cada cosa que hago, que digo, que pienso, que siento, es solo una molestia para ella. Algo sin importancia, que no se puede tomar en serio. Soy una decepción para ella. Un reflejo del hombre que abandonó.
Lentamente fue levantando las mangas de su chaqueta, la proyección hizo lo mismo. En las del Joven Cabra original había múltiples cicatrices de cortes y quemaduras. En la proyección, todas esa heridas estaban abiertas y sangrantes. Sobre sus muñecas, había moratones en una clara forma de mano y muchos más por todo el brazo de golpes.
_ Quiero verla sufrir. Su sufrimiento me hace felíz. En este baile bizarro que hemos empezado el uno con el otro. Un ciclo enfermizo que nos llevará a los dos a beber hasta que la bilis que tenemos el uno por el otro salga por nuestras bocas mezclado con el vino y, en mi caso, la cerveza barata. Pero yo ganaré este juego. Yo gané este juego.
Se giró a mí, al borde de la cornisa, y las dos versiones abrieron los brazos en forma de cruz. El Joven Cabra se dejó caer del edificio de espaldas, pero no hice nada para detenerlo, ni reaccioné. No logré escucharlo chocar contra el suelo, pero asumí que eso había sucedido cuando la imagen residual de él comenzó a parpadear y, con el sonido del tren pasando por un túnel, la proyección se volvió una sombra de ojos blancos y largos cuernos enrrollados en tirabuzones hasta el suelo. De nuevo, me encontraba cara a cara con una sombra que no era mía.
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Primera Infancia

Crecimiento y desarrollo físico
En esta fase, hay un crecimiento sináptico significativo y mielinización de fibras neurales en el cerebro, especialmente dentro de los lóbulos frontales. Por ejemplo, entre los 2 y los 6 años, el cerebro aumenta del 70% de su peso adulto al 90%. El crecimiento del cerebro va seguido de un aumento de las capacidades cognitivas. Alrededor de los cinco años, los niños comienzan a hablar correctamente y dominan la coordinación ojo-mano.

Es óptimo que se proporcione un entorno que fomente el desarrollo físico y permita a los niños explorar y probar cosas nuevas. El desarrollo físico de los niños sigue un patrón. Los músculos grandes se desarrollan antes que los músculos Primera infancia pequeños. Los músculos grandes se utilizan para caminar, correr y otras actividades físicas. Estos se conocen como habilidades motoras gruesas. Los músculos pequeños se utilizan para las habilidades motoras finas, como levantar objetos, escribir, dibujar, lanzar y atrapar.

Crecimiento y desarrollo cognitivo
Llamada la etapa preoperacional por Jean Piaget, esta es la etapa durante la cual el niño pregunta repetidamente "¿Por qué?", ​​Y se utiliza para construir relaciones con el niño. El niño aún no puede realizar operaciones de pensamiento abstracto. El niño tiene que ser capaz de ver de qué se habla porque no comprende los conceptos de lógica, traición, contemplación, etc. Esto quiere decir que piensa literalmente: si a un niño le dicen que tiene que irse a la cama porque " cae la noche ”, preguntarán cómo puede caer la noche (literalmente) del cielo. También ven las características humanas en cada objeto, p. Ej. la mesa "está mala" si accidentalmente la golpean con el pie y le duele. También exhiben egocentrismo; no confundir con el egoísmo; Dicho esto, no comprenden que la otra persona tiene creencias y los niños de esta edad piensan que lo que ellos piensan, todo el mundo piensa. También existe una cuestión de centrado perceptivo, que hace que los niños vean principalmente lo que es visualmente más prominente en alguien / algo, p. si un hombre tiene el pelo largo, el niño pensará que es una mujer.

Crecimiento y desarrollo socioemocional
Esto incluye que los niños comprendan el sentido de "sí mismos", las relaciones con los demás y la sociabilidad. El desarrollo emocional incluye expresiones, apego y personalidad. [6] Los niños manifiestan el miedo a la oscuridad y a los monstruos y alrededor de los tres años notan si son niños o niñas y comienzan a actuar de esa manera. Los niños suelen ser más agresivos, mientras que las niñas son más cariñosas. Sin embargo, la agresión se manifiesta de dos formas diferentes: los niños son más agresivos físicamente, mientras que las niñas son más agresivas socialmente (insultos e ignorancia). En esta etapa, las diferencias individuales se vuelven más prominentes.

Desarrollo fisico
Habilidades motoras gruesas
Entre las edades de 2 y 3 años, los niños pequeños dejan de usar la postura de robot torpe y de piernas anchas que es el sello distintivo de los nuevos caminantes. A medida que desarrollan una marcha más suave, también desarrollan la capacidad de correr, saltar y brincar. Los niños de esta edad pueden participar en juegos de lanzar y atrapar con pelotas más grandes. También pueden empujarse con los pies mientras están sentados en un juguete para montar.

El período de desarrollo más rápido de las conductas motoras es de 2 a 6 años (también conocido como años preescolares). Las habilidades que aparecen son locomotora básica, manejo de la pelota, coordinación fina entre ojos y manos, caminar conduce a correr, saltar, brincar, galopar y brincar, escalar evoluciona de arrastrarse.

Las habilidades motoras finas
Artículo principal: Habilidad motora fina
Hay varias expectativas de desarrollo que los niños deben alcanzar cuando cumplen 2 años de edad. Se espera que los niños sean capaces de dibujar formas simples como círculos, cuadrados y triángulos. El desarrollo de la sujeción del lápiz comienza con un agarre supinado y termina con un agarre de "trípode dinámico" que involucra tres dedos que estabilizan el utensilio cerca de la punta. También deberían poder cortar formas como estas. Al realizar actividades como estas, los niños desarrollan las habilidades motoras finas, fortalecen sus dedos y desarrollan su control.

Educación
Artículo principal: Educación de la primera infancia
Los bebés y los niños pequeños experimentan la vida de manera más integral que cualquier otro grupo de edad [9] Los niños muy pequeños no aprenden las lecciones sociales, emocionales, cognitivas, de lenguaje y físicas por separado. Los adultos que son más útiles para los niños pequeños interactúan de manera que entienden que el niño está aprendiendo de toda la experiencia, no solo de esa parte de la experiencia a la que el adulto presta atención.

La mayor parte de la información aprendida ocurre entre el nacimiento y la edad de tres años, durante este tiempo los humanos se desarrollan más rápida y rápidamente que en cualquier otro momento de su vida. El amor, el afecto, el aliento y la estimulación mental de los padres o tutores de estos niños pequeños ayudan en el desarrollo. En este momento de la vida, el cerebro está creciendo rápidamente y es más fácil absorber la información; partes del cerebro pueden casi duplicarse en un sí
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¿por qué soy así?

Bueno como empezar… disculpa si escribo mucho. Siempre he sido taciturno, me enojo o frustro rapidamente, soy inestable en muchos sentidos, de pequeño me daba cuenta de muchas cosas pero no es que haya sido un niño dotado, ya que aunque era inteligente en algunas cosas en otras siempre fui bastante torpe, ejemplo interaccion social. Aunque tengo muchos recuerdos de juegos y amiguitos lo mayor que retengo de la infancia son los momentos en que estaba solo, paisajes, anecdotas de las que no fui parte, verguenzas que pasé, la falta de interacción, silencios, noches de desvelo, en fin casi más cosas negativas de las que me sentí victima. no niego que al crecer siempre sentí cariño de parte de algunas personas porque era bastante educado y obediente. aunque siempre he sentido a la vez conductas de rechazo de parte de cierto tipo de personas, ya que tambien tenía una personalidad callada que confundian con arrogancia . a todo esto soy homosexual y hay cierto aspecto de eso que influyó en como las personas me trataban. o sea de pequeño recuerdo que en mi país Chile si eras amanerado siempre te molestaban o evitaban, ya saben, lo que hacen mos homofobos. Al ser tan pequeño y sin darme cuenta de mi gaydosidad siempre me traumó el hecho de que mi papá me regañaba o hasta golpeaba por la manera en que hablaba, con quien me juntaba, con qué jugaba, lo que dibujaba (siempre me lo pasaba haciéndolo) en los detalles más mínimos podia percatarse y yo darme cuenta de su disgusto. es un sentimiento bien feo. Mi mamá nunca se metio a defenderme y nunca la escuche conversarme sobre lo que pasaba, o preguntarme sobre el tema. Nunca "salí del closet" oficialmente porque ya era tema desde que era chico. Ya cuando tenia 10 años mis papás se separaron definitivamente después de varios intentos de arreglar las cosas y cambiarnos de ciudad en mas de 3 ocaciones. No se por que estoy contando esto ya que estoy escribiendo espontáneamente lo que se me viene a la mente. Mi Adolescencia fue rara ya que no me descubri sexualmente hasta los 17 años lo cual era poco comun en mi entorno. tuve conductas bisexuales con chicas de mi edad a pesar de saber mi condición. Aun no sé por qué pasó o fue solo por experimentar. Para no escribir de mas tengo ya 23 años. no estudié una carrera (entre a estudiar solo un semestre) pero he trabajado casi la mayor parte desde que soy adulto, casi porque a pesar de durar un año y medio en mi último trabajo de un dia para otro dejé de ir por problemas de depresión que he tenido desde los 14 años que fue donde asistí a mi primera hora con una psicóloga. A pesar de mi temperamento silencioso y nervioso tambien puedo comportarme extrovertidamente o tener lapsos donde soy muy habil socialmente, todo depende del entorno y contexto. por lo tanto tambien he crecido con buenos amigos y he tenido buena relacion con mis hermanos mayores y el que tiene un año menos que yo. Soy un retardado social pero pues tampoco soy un ermitaño antisocial. Son etapas en las que no puedo de agotamiento mental y físico, tengo cambios bruscos de peso, adiccion a la marihuana tabaco y alcohol y otros no tan seguido. marihuana lo uso solo, lo demas cuando comparto, lo menciono porque sé que tiene que ver con el estado de mi cerebro el usar este tipo de sustancias y ademas tener pensamientos auto destructivos. Ya llevo 1 año sin trabajar, despues de salirme de mi ultimo trabajo entre al hospital por dos semanas por una crisis nerviosa, y estuve a punto de internarme en un psiquiátrico voluntariamente (estuve dentro 3 horas) ya que no quería mas sentirme como carga emocional y económica en mi casa (madre y hermano menor) ademas de tener pensamientos suicidas bastante fuertes, lo cual nunca espere experimentar, fue como llegar a un nuevo nivel de miseria mental. Tambien comence a tener TOCs por así llamarles, me sentía un maniaco, no salia de casa, no le hablaba a mis amigos, no salia con mi familia, no me sentia cómodo en la mesa familiar. me sentia totalmente descolocado y desconectado de la realidad. me sentia asqueroso e inutil. Al decidir seguir con mi vida despues de mi episodio en el hospital, segui un tratamiento psiquiatrico con hartas pastillas, me hacian estar dopado, con harta hambre y hasta cansado. pero sentia que así estaba mejor. Ya ha pasado un año justo de todo eso y solo logre dejar las pastillas, y no estar siempre tan asustado del mundo y las personas. excepto del coronavirus. Pero aun siento algo amargo en mi que quedó para siempre. Siento que he escrito mucho pero no he logrado expresarlo todo………. Mi problema y duda siempre ha sido como me relaciono con mi entorno. principalmente mi familia. ultimamente lo unico que siento es rechazo por parte de todos ya que siento que estan cansados de soportarme, no soy de contar mis problemas a NADIE literalmente y nadie me pregunta en profundidad como estoy tampoco, pero si soy de estar taciturno la mayor parte del tiempo (mayormente si es de día, ya que me despierto muy tarde) así que siento que esa es mi forma de estorbar en mi entorno… aunque tambien para evitar sentirme el mala vibra de la familia me encierro en mi habitacion la mayor parte del tiempo, lo cual luego me reclaman. evito todo para molestar y ser molestado pero es como si fuese peor. se aprovechan de que soy una persona callada y cuando saco mi voz o me defiendo de algo me toman por loco. es una guerra constante el tratar de encajar y a la vez saber que tienes un problema y esconderte para no molestar, no sé si soy narcisista o tengo muy baja el autoestima, no se que pensar de mi mismo, es un sentimiento ambivalente que ha estado en mi siempre. trate de durar en terapia psicologica pero nunca podia expresarme bien o no hablabamos directamente de lo que realmente importaba. se que hay psicologos buenos y malos y al estar en este sistema en chile la atencion en salud mental es pesima y deprimente, tenia una o dos horas cada mes, y me ilusiono siempre la idea de mejorar con pastillas o sesiones de terapia, pero no fue así y me siento sin esperanzas de nuevo. soy joven aun para estar tan acabado. no puedo mirar a nadie a los ojos, no puedo gesticular o articular bien mis palabras. Mi mamá ya no me trata igual. Con mi papa no nos hablamos mucho aunque vive en mi misma ciudad con su familia nueva y me apoyó al principio de mi recuperación. Pero hay algo que me preocupa, es la relacion que tengo con ellos comparandola con la que tienen con mis demas hermanos. Me siento ajeno a ellos, siento que me aman pero no por lo que soy, no les gusto. no admiran nada de mi, no me conversan lo que piensan, no soy nadie. y siento que si ellos son así conmigo que me espera de los demás, ya no confio en nadie y no tengo estas interacciones sociales tan normales en esta época. no tengo instagram y whatsapp casi no lo abro. me aisle completamente pero aunque no estoy tan mal como antes ya que igual el tiempo no pasa en vano y aun sigo creciendo, siempre existira algo en mi cerebro que esta funcionando mal. Mi mente puede estar tranquila pero al tener que actuar en este mundo se me revuelve todo y no se como comportarme frente al mundo. es como si en mi mente fuese una persona y en verdad por fuera demuestro otra totalmente. planeo salir adelante de alguna forma antes que termine este año de mierda ni siquiera sé que espero que respondan ,solo quería escribir alguna vez como me siento para que alguien lo lea y me diga lo que piensa. perdon si escribi mal y tambien quiero saber di alguien más se ha sentido desconectado de todo en estos tiempos.
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por que soy así

Bueno como empezar… disculpa si escribo mucho. Siempre he sido taciturno, me enojo o frustro rapidamente, soy inestable en muchos sentidos, de pequeño me daba cuenta de muchas cosas pero no es que haya sido un niño dotado, ya que aunque era inteligente en algunas cosas en otras siempre fui bastante torpe, ejemplo interaccion social. Aunque tengo muchos recuerdos de juegos y amiguitos lo mayor que retengo de la infancia son los momentos en que estaba solo, paisajes, anecdotas de las que no fui parte, verguenzas que pasé, la falta de interacción, silencios, noches de desvelo, en fin casi más cosas negativas de las que me sentí victima. no niego que al crecer siempre sentí cariño de parte de algunas personas porque era bastante educado y obediente. aunque siempre he sentido a la vez conductas de rechazo de parte de cierto tipo de personas, ya que tambien tenía una personalidad callada que confundian con arrogancia . a todo esto soy homosexual y hay cierto aspecto de eso que influyó en como las personas me trataban. o sea de pequeño recuerdo que en mi país Chile si eras amanerado siempre te molestaban o evitaban, ya saben, lo que hacen mos homofobos. Al ser tan pequeño y sin darme cuenta de mi gaydosidad siempre me traumó el hecho de que mi papá me regañaba o hasta golpeaba por la manera en que hablaba, con quien me juntaba, con qué jugaba, lo que dibujaba (siempre me lo pasaba haciéndolo) en los detalles más mínimos podia percatarse y yo darme cuenta de su disgusto. es un sentimiento bien feo. Mi mamá nunca se metio a defenderme y nunca la escuche conversarme sobre lo que pasaba, o preguntarme sobre el tema. Nunca "salí del closet" oficialmente porque ya era tema desde que era chico. Ya cuando tenia 10 años mis papás se separaron definitivamente después de varios intentos de arreglar las cosas y cambiarnos de ciudad en mas de 3 ocaciones. No se por que estoy contando esto ya que estoy escribiendo espontáneamente lo que se me viene a la mente. Mi Adolescencia fue rara ya que no me descubri sexualmente hasta los 17 años lo cual era poco comun en mi entorno. tuve conductas bisexuales con chicas de mi edad a pesar de saber mi condición. Aun no sé por qué pasó o fue solo por experimentar. Para no escribir de mas tengo ya 23 años. no estudié una carrera (entre a estudiar solo un semestre) pero he trabajado casi la mayor parte desde que soy adulto, casi porque a pesar de durar un año y medio en mi último trabajo de un dia para otro dejé de ir por problemas de depresión que he tenido desde los 14 años que fue donde asistí a mi primera hora con una psicóloga. A pesar de mi temperamento silencioso y nervioso tambien puedo comportarme extrovertidamente o tener lapsos donde soy muy habil socialmente, todo depende del entorno y contexto. por lo tanto tambien he crecido con buenos amigos y he tenido buena relacion con mis hermanos mayores y el que tiene un año menos que yo. Soy un retardado social pero pues tampoco soy un ermitaño antisocial. Son etapas en las que no puedo de agotamiento mental y físico, tengo cambios bruscos de peso, adiccion a la marihuana tabaco y alcohol y otros no tan seguido. marihuana lo uso solo, lo demas cuando comparto, lo menciono porque sé que tiene que ver con el estado de mi cerebro el usar este tipo de sustancias y ademas tener pensamientos auto destructivos. Ya llevo 1 año sin trabajar, despues de salirme de mi ultimo trabajo entre al hospital por dos semanas por una crisis nerviosa, y estuve a punto de internarme en un psiquiátrico voluntariamente (estuve dentro 3 horas) ya que no quería mas sentirme como carga emocional y económica en mi casa (madre y hermano menor) ademas de tener pensamientos suicidas bastante fuertes, lo cual nunca espere experimentar, fue como llegar a un nuevo nivel de miseria mental. Tambien comence a tener TOCs por así llamarles, me sentía un maniaco, no salia de casa, no le hablaba a mis amigos, no salia con mi familia, no me sentia cómodo en la mesa familiar. me sentia totalmente descolocado y desconectado de la realidad. me sentia asqueroso e inutil. Al decidir seguir con mi vida despues de mi episodio en el hospital, segui un tratamiento psiquiatrico con hartas pastillas, me hacian estar dopado, con harta hambre y hasta cansado. pero sentia que así estaba mejor. Ya ha pasado un año justo de todo eso y solo logre dejar las pastillas, y no estar siempre tan asustado del mundo y las personas. excepto del coronavirus. Pero aun siento algo amargo en mi que quedó para siempre. Siento que he escrito mucho pero no he logrado expresarlo todo………. Mi problema y duda siempre ha sido como me relaciono con mi entorno. principalmente mi familia. ultimamente lo unico que siento es rechazo por parte de todos ya que siento que estan cansados de soportarme, no soy de contar mis problemas a NADIE literalmente y nadie me pregunta en profundidad como estoy tampoco, pero si soy de estar taciturno la mayor parte del tiempo (mayormente si es de día, ya que me despierto muy tarde) así que siento que esa es mi forma de estorbar en mi entorno… aunque tambien para evitar sentirme el mala vibra de la familia me encierro en mi habitacion la mayor parte del tiempo, lo cual luego me reclaman. evito todo para molestar y ser molestado pero es como si fuese peor. se aprovechan de que soy una persona callada y cuando saco mi voz o me defiendo de algo me toman por loco. es una guerra constante el tratar de encajar y a la vez saber que tienes un problema y esconderte para no molestar, no sé si soy narcisista o tengo muy baja el autoestima, no se que pensar de mi mismo, es un sentimiento ambivalente que ha estado en mi siempre. trate de durar en terapia psicologica pero nunca podia expresarme bien o no hablabamos directamente de lo que realmente importaba. se que hay psicologos buenos y malos y al estar en este sistema en chile la atencion en salud mental es pesima y deprimente, tenia una o dos horas cada mes, y me ilusiono siempre la idea de mejorar con pastillas o sesiones de terapia, pero no fue así y me siento sin esperanzas de nuevo. soy joven aun para estar tan acabado. no puedo mirar a nadie a los ojos, no puedo gesticular o articular bien mis palabras. 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Bueno como empezar… disculpa si escribo mucho. Siempre he sido taciturno, me enojo o frustro rapidamente, soy inestable en muchos sentidos, de pequeño me daba cuenta de muchas cosas pero no es que haya sido un niño dotado, ya que aunque era inteligente en algunas cosas en otras siempre fui bastante torpe, ejemplo interaccion social. 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Mi Adolescencia fue rara ya que no me descubri sexualmente hasta los 17 años lo cual era poco comun en mi entorno. tuve conductas bisexuales con chicas de mi edad a pesar de saber mi condición. Aun no sé por qué pasó o fue solo por experimentar. Para no escribir de mas tengo ya 23 años. no estudié una carrera (entre a estudiar solo un semestre) pero he trabajado casi la mayor parte desde que soy adulto, casi porque a pesar de durar un año y medio en mi último trabajo de un dia para otro dejé de ir por problemas de depresión que he tenido desde los 14 años que fue donde asistí a mi primera hora con una psicóloga. A pesar de mi temperamento silencioso y nervioso tambien puedo comportarme extrovertidamente o tener lapsos donde soy muy habil socialmente, todo depende del entorno y contexto. por lo tanto tambien he crecido con buenos amigos y he tenido buena relacion con mis hermanos mayores y el que tiene un año menos que yo. Soy un retardado social pero pues tampoco soy un ermitaño antisocial. Son etapas en las que no puedo de agotamiento mental y físico, tengo cambios bruscos de peso, adiccion a la marihuana tabaco y alcohol y otros no tan seguido. marihuana lo uso solo, lo demas cuando comparto, lo menciono porque sé que tiene que ver con el estado de mi cerebro el usar este tipo de sustancias y ademas tener pensamientos auto destructivos. Ya llevo 1 año sin trabajar, despues de salirme de mi ultimo trabajo entre al hospital por dos semanas por una crisis nerviosa, y estuve a punto de internarme en un psiquiátrico voluntariamente (estuve dentro 3 horas) ya que no quería mas sentirme como carga emocional y económica en mi casa (madre y hermano menor) ademas de tener pensamientos suicidas bastante fuertes, lo cual nunca espere experimentar, fue como llegar a un nuevo nivel de miseria mental. Tambien comence a tener TOCs por así llamarles, me sentía un maniaco, no salia de casa, no le hablaba a mis amigos, no salia con mi familia, no me sentia cómodo en la mesa familiar. me sentia totalmente descolocado y desconectado de la realidad. me sentia asqueroso e inutil. Al decidir seguir con mi vida despues de mi episodio en el hospital, segui un tratamiento psiquiatrico con hartas pastillas, me hacian estar dopado, con harta hambre y hasta cansado. pero sentia que así estaba mejor. Ya ha pasado un año justo de todo eso y solo logre dejar las pastillas, y no estar siempre tan asustado del mundo y las personas. excepto del coronavirus. Pero aun siento algo amargo en mi que quedó para siempre. Siento que he escrito mucho pero no he logrado expresarlo todo………. Mi problema y duda siempre ha sido como me relaciono con mi entorno. principalmente mi familia. ultimamente lo unico que siento es rechazo por parte de todos ya que siento que estan cansados de soportarme, no soy de contar mis problemas a NADIE literalmente y nadie me pregunta en profundidad como estoy tampoco, pero si soy de estar taciturno la mayor parte del tiempo (mayormente si es de día, ya que me despierto muy tarde) así que siento que esa es mi forma de estorbar en mi entorno… aunque tambien para evitar sentirme el mala vibra de la familia me encierro en mi habitacion la mayor parte del tiempo, lo cual luego me reclaman. evito todo para molestar y ser molestado pero es como si fuese peor. se aprovechan de que soy una persona callada y cuando saco mi voz o me defiendo de algo me toman por loco. es una guerra constante el tratar de encajar y a la vez saber que tienes un problema y esconderte para no molestar, no sé si soy narcisista o tengo muy baja el autoestima, no se que pensar de mi mismo, es un sentimiento ambivalente que ha estado en mi siempre. trate de durar en terapia psicologica pero nunca podia expresarme bien o no hablabamos directamente de lo que realmente importaba. se que hay psicologos buenos y malos y al estar en este sistema en chile la atencion en salud mental es pesima y deprimente, tenia una o dos horas cada mes, y me ilusiono siempre la idea de mejorar con pastillas o sesiones de terapia, pero no fue así y me siento sin esperanzas de nuevo. soy joven aun para estar tan acabado. no puedo mirar a nadie a los ojos, no puedo gesticular o articular bien mis palabras. Mi mamá ya no me trata igual. Con mi papa no nos hablamos mucho aunque vive en mi misma ciudad con su familia nueva y me apoyó al principio de mi recuperación. Pero hay algo que me preocupa, es la relacion que tengo con ellos comparandola con la que tienen con mis demas hermanos. Me siento ajeno a ellos, siento que me aman pero no por lo que soy, no les gusto. no admiran nada de mi, no me conversan lo que piensan, no soy nadie. y siento que si ellos son así conmigo que me espera de los demás, ya no confio en nadie y no tengo estas interacciones sociales tan normales en esta época. no tengo instagram y whatsapp casi no lo abro. me aisle completamente pero aunque no estoy tan mal como antes ya que igual el tiempo no pasa en vano y aun sigo creciendo, siempre existira algo en mi cerebro que esta funcionando mal. Mi mente puede estar tranquila pero al tener que actuar en este mundo se me revuelve todo y no se como comportarme frente al mundo. es como si en mi mente fuese una persona y en verdad por fuera demuestro otra totalmente. planeo salir adelante de alguna forma antes que termine este año de mierda ni siquiera sé que espero que respondan ,solo quería escribir alguna vez como me siento para que alguien lo lea y me diga lo que piensa. perdon si escribi mal y tambien quiero saber si alguien más se ha sentido desconectado de todo en estos tiempos.
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Lista de Podcasts Peruanos

PODCASTS PERUANOS

Esta es una lista de podcasts peruanos que he podido encontrar alrededor de la web. Mientras que sea peruano está aquí. Creo que algunos ya no son updateados, y otros son nuevos y aún no empiezan. Busque podcasts en YouTube, Spotify, Ivoox, Anchor, etc; que tuvieran el tag de Perú o similar.
Si me falta alguno comentame y lo añado.
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CULTURA GENERAL/CONVERSATORIOS


CINE


ENTRETENIMIENTO/SERIES/CÓMICS/LIBROS/JUEGOS


HORROR


NEGOCIOS


TECNOLOGÍA

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La Cosa De Allá Afuera

Esta historia real ocurrió en un área rural, muy apartada y muy solitaria de México.
Sergio era un muy buen niño, un chico fuera de serie, un buen muchacho, pero la vida no lo agració. Él nació pobre, y era la peor clase de pobreza porque venía de una familia que alguna vez tuvieron la oportunidad de pertenecer a la clase media. Su padre había muerto hacía mucho, su madre era una mujer que estaba sola. Vivían en un trailer sin luz, pero afortunadamente la señora tenía un buen amigo, quien era alguien adinerado y tenía una propiedad; un área de muchas hectáreas. Este hombre dejaba a la mujer y a su hijo quedarse en los campos de la propiedad. La mujer podía estacionar el trailer ahí y evitar pagar impuestos municipales.
Afortunadamente, a unos veinte o treinta metros del trailer había un caseta bien pequeña y sí tenía luz. Había un camino pavimentado cerca del trailer, iba hasta la casita y después se perdía una milla más allá donde estaba la casa del señor. Había también una cerca de dos metros y detrás un perro que era bastante peligroso. Sergio le tenía miedo, pero él lo entendía porque según el dueño había sido maltratado por niños.
Sergio jugaba mucho en esa caseta, donde tenía luz y electricidad. Él jugaba con su Sega Genesis instalado con un televisor viejo. A menudo, él invitaba a su mejor amigo Jacobo. Pero esta vez lo invitaba a dormir y a jugar con él al Sega Genesis.
Aproximadamente a las seis de la tarde pusieron Sonic 3 para jugar y se quedaron jugando hasta terminarlo como a las dos de la mañana, pero no estaban cansados, ellos querían seguir jugando a otros juegos. Su madre ya se había acostado a dormir en el trailer y los niños jugaban, jugaban y jugaban. De repente, Sergio escucha algo, algo que viene de los árboles que apenas se puede ver, tenuemente, acompañado por la luz de la luna un ruido extraño de algo que se venía acercando. La caseta no tenía ventanas pero él lo pudo escuchar.
-¿No escuchaste eso?- le pregunta a Jacobo.
Y él estaba más concentrado en el juego que en otra cosa así que le respondió:
-No, no escuché nada.
Pero de repente el sonido se hizo más duro, y esta vez Jacobo lo escuchó pero no le dio importancia. Siguieron jugando hasta que pasó media hora. Hacía frío, tanto que hacía tiritar. Jacobo suelta el mando y pone en pausa el juego.
-Mira, necesito ir al baño.
Pero el baño quedaba en el trailer.
-OK, te espero aquí.
Jacobo se va y Sergio se queda jugando,pero él es muy consciente del tiempo como solo un niño puede serlo. Y considera que Jacobo se está tardando mucho. Con el mando, pone pausa, lo deja sobre la alfombra, se pone de pie y se dispone de ir a buscar a Jacobo.
Abre la puerta y pega un grito, porque Jacobo estaba ahí, parado en la entrada y encarando la puerta con los ojos muy grandes y en un silencio total, como si fuera una estatua o un muñeco, con la mirada perdida y completamente quieto. Sergio da dos pasos hacia atrás, llevándose la mano al pecho.
Él interpreta eso como que le quiere jugar un broma.
Sergio rodea los ojos con fastidio porque Jacobo no reacciona.
Y bruscamente lo hace a un lado para ir al trailer. Pero cuando Sergio toca a Jacobo se da cuenta de dos cosas: él estaba tieso, como si en lugar de haber tocado a un ser humano, hubiera empujado a un poste de luz. Y por último y peor todavía, Jacobo estaba muy frío. Pero Sergio logra hacerse a un lado y va caminando hacia el trailer. Pero nota algo: Jacobo lo estaba siguiendo de atrás, estaba a unos diez centímetros de él, como si fuese una especie de robot. Sergio suspira.
Abre la puerta del trailer y Jacobo se queda afuera mirándolo fijamente con una semi sonrisa. Sergio deja la puerta entreabierta, abre la heladera, busca unas papas fritas y jugos y aprovecha para ir al baño. Pero cuando Sergio trata de abrir la puerta del baño, escucha una voz desde adentro.
La voz de Jacobo resonó por todo el trailer.
Sergio abre los ojos como platos, trata de forcejear la puerta y la voz de Jacobo resuena de nuevo:
Sergio gime de terror, se voltea hacia la puerta entreabierta para ver al otro Jacobo pero no estaba ahí. El niño grita, la madre se despierta de golpe y va hacia donde estaba su hijo.
Jacobo del susto, tira la cadena y abre la puerta.
Pero él se pone a temblar, y le cuenta a su madre y a Jacobo lo que había pasado... pero la madre, lamentablemente no le creyó.
Jacobo decide volver a la caseta así que arrastra a Sergio para volver a jugar.
Pero Sergio insistía en que sabía lo que había visto. Jacobo trata de tranquilizarlo lo mejor que puede. Él está abrazado a sus propias rodillas. Empezaron a escuchar otra vez sonidos, pero esta vez estaba mucho más cerca. Algo estaba rascando con sus uñas la pared de la caseta y escuchaban pisadas, y lo peor de todo es que el perro empezó a ladrar furiosamente. Su miedo se intensificó cuando escucharon los lloriqueos del perro.
Pero Sergio lo refuta, diciendo:
Pero Jacobo, valientemente le agarra de los hombros y dice:
Jacobo agarra aire, abre la puerta, sale, la cierra tras de sí y empieza a correr. Pero ni treinta segundos pasaron cuando Sergio rompió a llorar porque escuchaba los gritos de su amigo afuera. Escuchó que algo corría de vuelta, Jacobo abrió la puerta y la cerró y la única palabra que le pudo pronunciar a su amigo fue:
-Ayúdame.
Acto seguido agarraron todo, los estantes, el Sega Genesis, las sillas que había, la mesa y la pusieron contra la puerta. Quizá no fue intención de Jacobo, pero asustó mucho a Sergio cuando le dijo:
Algo vuelve a rascar la caseta. Vuelven a escuchar pisadas. Los niños se abrazan. El foco tiembla por alguna razón. Total que los dos niños se quedan ahí toda la noche, atemorizados. Hasta que a la mañana siguiente, la mamá de Sergio tuvo que pedir ayuda a su amigo para desmontar la puerta porque no querían abrirla. Sergio se puso a llorar, abrazó a su mamá y Jacobo lo imita.
Y es así como esta historia no tiene absolutamente ninguna explicación. Fue simplemente algo que pasó. Y aun varios años después, Sergio ya de adulto, la sigue contando.
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VIAJE MÉXICO

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COSTES NO INCLUIDOS:

• Las propinas no están incluidas
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Distribución de habitaciones
Dormitorio 1 a 2 camas dobles, 2 camas individuales
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Dormitorio 4- 2 camas dobles, 2 camas individuales
Dormitorio 5- 1 cama king

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Marzo

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• Por cada huésped adicional que no se haya registrado en la reserva, se cobrarán $ 100 USD por persona adicional y por noche. (Todas las personas, bebés, niños, jóvenes, adultos o acompañantes se cuentan como invitados)

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Distribución de habitaciones

Dormitorio 1- 2 camas queen
Dormitorio 2- 2 camas queen
Dormitorio 3- 2 camas dobles
Dormitorio 4- 2 camas dobles
Dormitorio 5-2 camas dobles
Dormitorio 6- 2 camas dobles
Dormitorio 7- 2 camas dobles
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PUNTA MITA

DESCRIPCIÓN:
Una de las pocas propiedades dentro de Four Seasons Private Villas, en el prestigioso Punta Mita Resort. Con hermosas vistas y el mayor lujo y confort.
• 4 habitaciones
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• Acceso a las comodidades del Four Seasons Punta Mita Resort
•Piscinas
• 4 restaurantes
• Pubs
• Boutiques
• Acceso al campo de golf.
• Desayunos diarios (no incluye comida ni bebidas)
• Servicio diario de limpieza.
• 10 personas en forma
• terrazas
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¿Alguien ha oído hablar de los trabajadores sociales fantasma? [T]

El verano antes de sexto grado, los Servicios de Protección al Infante (SPI) empezaron a venir a checarnos mucho. Sé que usualmente los niños somos ciegos ante los errores de nuestros padres, pero aún ahora, quince años después, no puedo entender por qué vinieron.
Viví con mi mamá y mis hermanos gemelos en las afueras de la ciudad. Ese vecindario rural ahora ostenta precios de primer nivel. En aquel entonces, sin embargo, era una poco deseada y distante área en la que mi madre, quien era telefonista de la policía, logró comprar una enorme casa con más de un acre de bosque de robles.
Mi mamá trabajaba en las noches y constantemente hacía horas extras, así que pasaba la mayor parte de mi tiempo libre haciendo de niñera. Parte de mi lo odiaba, parte de mi no quería dejar de hacerlo hasta el día que muriera. Mis mejores recuerdos provienen de esa casa. Tardes de verano persiguiendo a mis hermanos por los árboles desde que el crepúsculo se volvía noche. Los inviernos se fueron echados frente a la TV viendo "El Secreto de NIMH" mientras el fuego que se suponía que no debía prender ardía agradablemente. Ahora daría lo que fuera por regresar.
La primera trabajadora social del SPI vino temprano en la tarde a mediados de Julio. Mis hermanos y yo estábamos en sillas de jardín tomándo Kool-Aid mientras una espectacular tormenta eléctrica rompía en el nublado cielo verde.
Nuestro vecindario entero estaba en una pendiente. Nuestros vecinos de enfrente vivían hasta arriba. Nosotros vivíamos cuesta abajo; el camino casi siempre estaba a nivel de nuestro techo. Me hacía sentir paranoica todo el tiempo. Observada. Así que cuando un mediocre auto negro se estacionó en nuestro frente, los pelos en seguida se me pusieron de punta.
Les dí un golpecito en los hombros a mis hermanos. "A la casa, chicos."
Phillip obedientemente dobló su silla mientras las primeras gotas tibias de lluvia caían al suelo. Patrick, por otro lado, me dio una mirada que podría derretir el acero. El cielo color cristal de mar se reflejaba extrañamente en su piel, pintándolo en enfermizos tonos de verde y gris. Agitó violentamente su botella de Kool-Aid. "Cuando me lo acabe."
Arriba en el frente, una puerta de auto se cerró.
"No, ahora." Dije enojada.
"Solo escuchala." Dijo Phillip, nervioso.
Patrick le dirigió una mirada furiosa que rápidamente se convirtió en incertidumbre.
Observé a mis hermanos ansiosamente, frustrada por haber sido dejada atrás. Yo fui quien tuvo que sacrificar todo por ellos, pero todavía era un extraña.
Pasos recorrieron nuestra larga y empinada entrada. Levanté la vista y vi a una mujer. Ella usaba un traje oscuro. El pelo largo le brillaba como oro viejo bajo el cielo tormentoso.
Cuando nos vio ahí parados, nos sonrió y se abrió paso hacia nosotros.
Se veía bien y era bastante bonita, pero mi corazón se cayó de igual forma.Ella frenó hasta detenerse frente a mí, con los zapatos aplastados en la hierba húmeda. Noté, para sorpresa mía, que era mas bajita que yo. "Hola. Soy la Srita. Milcom. Soy de Servicios de Protección al Infante."
Sentí mi corazón latir lento y bajo, de alguna forma, como si me hubiese enfermado. "¿Cómo?"
Phillip se puso detrás de mi hacia un costado y tomó mi mano. Sus ojos - que solo puedo describir como un ardiente tono castaño, casi del mismo color de su cabello - se posaron en él.
"Vine en respuesta a un reporte, ¿podemos entrar?"
Una sonrisa graciosamente impotente se pintó en mi rostro. Respuesta condicionada, supongo. Se supone que debemos ser amables con los adultos, después de todo. "Sí. Pero mi mamá no está en casa ".
Ella me dio una sonrisa de complicidad. Sus dientes brillaban en el extraño crepúsculo, verde malsano, subsumiendo el agradable marfil. "Solo entre tú y yo, ese es el punto".
La Srita. Milcom nos hizo sentar en la mesa de la cocina y le serví un poco de té helado. Lo aceptó agradecida, y luego empezó a hacer preguntas mientras Patrick golpeaba sus pies bajo la mesa.
"¿Pasas mucho tiempo con otros adultos que no sean tu madre?"
"Con la Srita. Herrera," soltó Phillip.
"¿Quién es ella?"
"Mi maestra. Me gradué del Kínder." dijo orgullosamente "No sé quien será mi maestra este año."
Ella sonrió. "¿Qué hay de ti Patrick?"
Él miró hacia abajo y murmuró.
"¿Disculpa?"
"El sr. Ball"
Mi carácter salió a relucir. "No está hablando de tu amigo imaginario, niño."
"¡No es imaginario!"
La Srita. Milcom tocó su mano suavemente. "Háblame del Sr. Ball."
Patrick le dió una patada especialmente fuerte a la punta de la mesa. "Le gustan las vacas. Del tipo con cuernos. Y me enseña juegos."
Mi pena ajena crecía de golpe a este punto. "Pat, ya en serio."
"¿Hace cuánto que conoces al Sr. Ball?."
"Desde siempre."
Le dirigió sus extraños y punzantes ojos a Phillip. "¿Tú también has visto al Sr. Ball?"
"Algunas veces." Dijo despreocupadamente. Vergüenza e ira se enrollaban en mi garganta. Quizá estuvieron hablando acerca de estos sinsentidos en la escuela y asustaron a algún maestro o algo por el estilo. Luego llamaron al SPI y pusieron el trabajo de mi madre en la cuerda floja, todo porque mis hermanos eran un par de babosos. "Pero no me agrada. Así que ya no lo veo."
Finalmente, la Srita. Milcom me miró. "¿Y tú?"
¿Estaba tratando de hacer sentir aceptados a los chicos? Eso era lo que siempre hacía mi mamá. Lo odiaba, y no se iba a detener ahora. "Estoy grandecita como para tener amigos imaginarios, señora."
Me sonrió.
Me preguntó unas cuantas cosas más. Todas eran vagas, a excepción de algunas - "¿Alguna vez te han hecho un examen de CI?", "¿Sabes algo de tus ancestros?" me sonaron raras.
En resumen, no estuvo ahí por mucho tiempo. Cuando terminó, la acompañé a su auto. No por descortesía, pero para asegurarme que de verdad se estaba yendo.
"Hablaré de esto con mi mamá." Dije educadamente "Si no hay problema."
Me dirigió una sonrisa triste. "Corazón, no está permitido que le digas a tu mamá."
Mirarla, estar cerca de ella, hacía que mi corazón se sintiera lento y enfermo de nuevo. "Pero -"
"Ésta es una investigación clasificada. Si le dices, tendremos que llevarte. Realmente no pensamos que haya hecho algo malo. Pero tenemos que asegurarnos. Y hasta entonces, esto tiene que ser un secreto."
El pánico floreció en mi pecho. "¿Y si los chicos le dicen?"
"No lo harán." Me dio una palmada en el hombro. "Adiós, nos vemos pronto."
Mantener el secreto debía haber sido difícil, pero no lo fue.
Es terrible, pero parte de mi se sintió feliz. Casi aliviada. Tenía once años. No estaba bien que yo fuese la principal cuidadora de mis hermanos. Quizá el SPI haría algo al respecto. Gritarle a mi mamá. Quizá hacerla contratar una niñera en ocasiones.
La Srita. Milcom vino varias veces ese verano, al menos dos veces a la semana, y siempre por las tardes cuando mamá salía a trabajar. Ese sentimiento lento y enfermizo nunca se fue del todo, pero trataba de ser cálida con ella. Era tan bonita, tan gentil, y a la vez tan maternal. Ella enfocaba su atención en los gemelos, pero estaba acostumbrada a esa dinámica. Cualquier otro contacto hubiese sido incómodo.
No le dije ni media palabra a mi madre. Tampoco lo hicieron Patrick o Phillip.
Vino por última vez un viernes a finales de Agosto. La escuela había empezado hacía ya un par de semanas. Los niños estaban malhumorados, y yo estaba harta de ellos. En el primer día de escuela hice muchos amigos. Me invitaban a tomar helado esa noche, pero claro, no podía ir.
Les dije que no teníamos auto. Cuando varios de ellos ofrecieron que sus mamás podían pasar por mi, tuve que admitir que hacía de niñera, y sería para siempre. Era la única cosa que mi mamá me dijo que nunca hiciera - "Me metería en problemas." me decía. Pero estaba cansada de ello. Estaba mal que hiciera eso, arrebatarme la vida para que tuviera una niñera gratis.
Y no era solo yo quien pensaba que esto estaba mal. SPI pensaba también que estaba mal.
Incluso la sonrisa de la Srita. Milcom no podía levantarme los ánimos. Me dio un abrazo, luego retrocedió y me dio su típica sonrisa. "¡Tengo algo muy emocionante que mostrarles!".
"¿Qué es?"
"¡Trae a tus hermanos y vengan a ver! ¡Está en la parte de atrás!"
Giré los ojos y entré a la casa. Phillip y Patrick estaban disculpándose, gritándose el uno al otro.
"¡Lo dijiste de mala gana Patrick!" gruñó Phillip.
"¡Lo dije justo como en el comercial Phillip!" le contestó "¡Así se supone que debes decirlo!"
"Chicos," suspiré, "Vengan afuera."
"¿Qué si no?" dijo Patrick retadoramente.
Algo pasó en su rostro. Oscuro y casi decolorado. Como si estuviésemos de nuevo en esa tormenta eléctrica. "No me importa."
"Bueno, a mi si. Si la haces enojar, nos llevará lejos de mamá. Así que levántate." Patee su silla. Phillip ya estaba de pie. Patrick lo siguió detrás, lanzando dagas por los ojos.
Fuimos afuera. Un millón de grillos cantaron, un musical, un ritmo punzante que hizo eco entre los árboles. La Srita. Milcom bailó de nuevo y gritó con entusiasmo. "¡Apúrense!"
Nos dirigió por toda propiedad, esquivando como una experta árboles aledaños y ramas caídas. Ramitas y raíces se rompían bajo nuestros pies mientras la noche caía. Parecía muy temprano para que estuviese tan oscuro, pero habían pasado ya dos meses desde el solsticio. Por supuesto que los días se sentían más cortos. Estábamos tan cerca del otoño como del invierno.
Nos guió hasta la línea de propiedad, cerca de la valla de alambre de púas que separaba nuestro patio del pastizal en el que pastaban los caballos del vecino. Nuestro pequeño cobertizo roto y oxidado se encontraba ahí. Bueno, no era nuestro cobertizo; era una antigua reliquia de los 1960's, algo que el antiguo dueño había dejado atrás.
"Se supone que no debemos entrar ahí." Dijo Phillip nerviosamente.
"Hay viudas negras ahí," Dijo Patrick, "mamá nos lo dijo."
La Srita. Milcom se rió. "¿Eso les dijo?" Se acercó y se dejó caer frente a él. "Bueno, pues está equivocada."
"No lo está, las vi el verano pasado."
"No hay viudas negras ahí dentro. Pero alguien está ahí." Su sonrisa parecía partirle la cara en dos, tratar de imitarla hace que me duelan las mejillas.
"¿Quién?" Dijo Patrick precavidamente.
Ella aplaudió. "¡El Sr. Ball!"
Patrick en seguida tomó varios pasos hacia atrás.
"No seas gallina." Ella se paró y entró al cobertizo. Para mi incredulidad, vi luz saliendo de la puerta medio rota y podrida, y también de entre la podredura seca. Verde frío y dorado lujoso.
Y había ruido. Forcé mis oídos. Tenue pero inconfundible: una triunfante procesión de cornetas, como si estuviera escuchando un desfile a lo lejos.
La Srita. Milcom abrió la puerta. Un poco de ésta se deshizo entre sus manos. Lo restante se abrió, colgando de una argolla oxidada.
Era una habitación.
Demasiado, demasiado grande para estar en el cobertizo, al menos diez veces mas grande que nuestra propia casa. Increíbles pisos de mármol y paredes distantes de una altura que se perdía de vista. Volteé la cabeza y vi algunas enredaderas de flores.
La Srita. Milcom les agitaba la mano desde adelante. "¡Vengan a mirar!"
Todos nos acercamos a la entrada, incluso Patrick, aunque se escondió detrás mío. Las cornetas eran más fuertes ahora, manteniéndose a tono con los ruidos de insectos que se escuchaban en la noche. El interior del cobertizo era hermoso. Verde, dorado, blanco y negro, todas las superficies eran suaves y brillantes, y había un jardín bajo techo que te quitaba el aliento.
"¿Qué es eso?" susurró Phillip.
"Es un lugar hermoso," Dijo la Srita. Milcom "¿Quieres venir a dar un vistazo?"
Justo frente a mis ojos, el cobertizo se oscureció. Después volvió la luz y la vida, como una mala proyección. Me froté los ojos nerviosamente. La Srita. Milcom lo notó, y frunció el ceño. De momento, me sentí mareada y cansada. Las cornetas y los insectos eran abrumadores y dolorosos, y sus ojos, aquellos cálidos ojos miel-anaranjados se veían casi desquiciantes.
"¿Qué pasa?" Preguntó con tranquilidad.
"E...e...stoy furiosa." dije desafiante.
Patrick y Phillip me miraron.
"¿Sobre qué?"
Me pesaba el pecho. Los miré, mis hermanitos, las personas más importantes en mi vida, mi responsabilidad.
Y mi dolor de cabeza, igual.
"Acerca de ellos," solté. Patrick decayó. "Y todas estas cosas, es estúpido. Todo es estúpido."
El mundo se hundió. Las cornetas tocaban más fuerte y el sonido de los bichos nocturnos se convirtió en un chillido febril y doloroso. El suelo rocoso, cubierto de hojas golpeó mi cabeza y el mundo se oscureció.
Me levanté en la mañana, cubierta de hormigas.
Salté sobre mis pies, chillando, y corrí al cobertizo. Oscuro, estrecho, con abundantes telarañas de algodón y los relucientes cuerpos negros de arañas. Chillando de nuevo y agitando salvajemente mi cabello, corrí hacia la casa.
Vacía.
Sin Patrick, sin Phillip, sin mamá.
Busqué por la casa seis veces, pidiéndole a Dios que estuviera loca, antes de llamar a la policía.
Para no hacer más largo el relato, mi madre y mis dos hermanos desaparecieron. La teoría oficial es que mamá se los llevó para comenzar una nueva vida juntos. Pendía de un hilo por abandono infantil, pero jamás la encontraron.
SPI, por supuesto, nunca recibió un solo reporte para mandar un oficial a visitarnos.
Me pusieron en una casa hogar. Fue muy feo, pero creo que a largos términos no acabé tan mal. Me gradué becada de la universidad, trabajando en una correccional. No soy guardia (disculpen mi lenguaje, pero al carajo con esa mierda). Soy terapeuta. Hago cosas buenas como dar tratamiento post-traumático, pero por culpa de la ley AB 109 también tengo que hacer cosas de mierda como darles clases de paternidad a asesinos de bebés.
Así es la vida. Al menos me pagan bien.
Eventualmente hice las paces con mi situación. Des-recordé todo y me hice la idea de que simplemente fue una manera imaginativa y grotesca de ver las cosas, que derivaba de mi abandono.
Pero hoy recibí una carta, y ahora no estoy tan segura.
Era un sobre sencillo con marcas de agua. Sin remitente. Giré los ojos en cuanto la vi. He estado recibiendo de éstas últimamente de vendedores de autos. La abrí.
Una Polaroid se resbaló y cayó al suelo.
Era una foto de mis hermanos. Patrick y Phillip, claro como el día: cabello en ondas y ojos disparejos: el izquierdo azul, el derecho café. Estaban parados en un cuarto con el piso blanco. Una figura estaba parada detrás de ellos, vestida entre sombras. Femenina, si tuviese que adivinar, usando una ridícula máscara de toro.
Sin hacer caso de las tibias lágrimas de mis ojos, saqué un pedazo de papel del sobre. Se movía salvajemente en mis temblorosas manos mientras leía cuatro palabras que hicieron retumbar la tierra:
Uno aún está vivo.
Solté un agudo llanto mientras mis rodillas se venían abajo.
Por supuesto que llamé a la policía. Se llevaron la carta y la foto. He estado en la estación de policía toda la noche, pero prácticamente solo me han dicho que me calle. "Probablemente sea una farsa," dijo el sargento, "pero nos aseguraremos de ello. "
No sé que creer. No sé que pensar. He estado en Google toda la noche y me crucé con unas cosas sobre trabajadores sociales fantasma. Oficiales del SPI que visitan casas y hacen cosas raras. Cuando los padres llamaban al departamento del SPI para quejarse, les decían que ningún oficial del SPI había sido enviado a su casa. El consenso general dicta que todo el asunto es una farsa.
Prefiero pensar lo mejor.
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Enredo V

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Enredi V

Mis piernas se abrazaron a los lados del cuerpo de Judas. Podía sentir su respiración debajo de mí, la expansión de su cuerpo mientras sus pulmones se llenaban, luego se vaciaba. Soltó un bufido e hizo vapor en el aire fresco de la noche.
Dio un paso adelante, solo un poco, y pude vislumbrar el mundo debajo de nosotros. Treinta y dos pisos más abajo, los automóviles en la calle solo eran visibles por los puntos amarillos y rojos de sus faros y luces traseras. Sentí que Tattletale me agarraba más fuerte, desde donde estaba sentada detrás de mí. La pata delantera de Judas descansaba sobre la barandilla de piedra del tejado, y la apretó con fuerza suficiente como para que las puntas de sus uñas se clavaran en el cemento.
Subir hasta aquí había sido bastante fácil: Tattletale había roto la puerta de acceso de los empleados y habíamos llevado el ascensor de suministros hasta el techo. ¿Alguien había sido alertado de nuestra presencia? ¿Nos había visto una cámara? Difícil de decir. Pero el tiempo era corto, y ya habíamos perdido suficiente tiempo esperando que los perros terminaran de crecer. En el momento en que Perra los considere listos, nos moveríamos.
Este plan había sido aterrador cuando solo hablamos de él. ¿En verdad estar a punto de hacerlo? Diez veces peor.
Todavía había tiempo de pensar en una razón para echarse atrás.
El silbido de Perra, uno de esos que te hace estremecer cuando los oyes a treinta metros de distancia, atravesó el zumbido tenue y ambiental de la ciudad que está debajo de nosotros.
Última oportunidad, Taylor.
Un segundo después, Brutus, con Perra y Grue a montados sobre su espalda, pisó el borde del tejado. Judas se adelantó y siguió.
Al caer desde una altura así, no puedes gritar. El viento te quita tu voz. Si tienes algo a lo que aferrarte, te aferras a eso como por tu vida y rezas, incluso si no eres del tipo que reza. Mis manos agarraban ganchos de hueso a cada lado del cuello de Judas con tanta fuerza que pensé que podría romper el hueso o mis manos.
Tres pisos más abajo del techo, había un patio. Mientras Perra silbaba y señalaba desde su posición debajo de nosotros, Judas pateó la pared justo detrás de nosotros, empujando y alejándose del edificio. Mi corazón se elevó en mi garganta y se quedó allí cuando vi el borde del patio debajo de nosotros, seguramente fuera de nuestro alcance. ¿Había saltado demasiado pronto? La próxima oportunidad que tendríamos de tocar una superficie sería cuando nos desparramemos violentamente contra la carretera.
Sus instintos parecían mejores que los míos. Sus garras delanteras se extendieron y se aferraron al borde del patio. Cada músculo de mi cuerpo se tensó en mi esfuerzo por no ser arrojada de él cuando nos detuvimos, incluso con su poderoso cuerpo absorbiendo lo peor de la caída. Se agarró a la cornisa, luego empujó contra ella mientras apalancaba sus patas traseras en su lugar. Con cada músculo de su cuerpo, parecía, saltó. No hacia abajo, esta vez, sino fuera.
El tiempo pareció detenerse cuando dejamos el edificio atrás. Lo único debajo de nosotros era la calle, veintinueve pisos más abajo. El viento soplaba por mi cabello con un doloroso frío punzante. Habíamos cruzado el punto en que podíamos dar vuelta atrás, era ganar o morir de aquí en adelante. Eso hizo que fuera inquietantemente fácil dejar de lado todas las dudas y vacilaciones y prepararme para lo que venía después.
La Galería Forsberg tenía veintiséis pisos de altura y era uno de los edificios más reconocibles que se podía encontrar en el centro de la ciudad. Si recuerdo bien, fue diseñado por estudiantes de arquitectura en la universidad hace unos años. No era realmente una fan del diseño, que se parecía a las últimas etapas de un juego de Jenga, con cada sección formada en vidrio templado con barras de acero y vigas que proporcionan el esqueleto base. Todo estaba iluminado por luces que cambiaban según la hora de la noche.
En el gris azulado de la noche, la torre era rosada y anaranjada, haciéndose eco de la puesta de sol que había terminado hacía apenas una hora. Cuando el salto nos llevó por encima, un foco de color rosa consumió mi visión.
Mis lentes absorbieron lo peor del resplandor, y un segundo después, pude ver lo que estaba sucediendo de nuevo. Brutus, a unos cuantos metros de nosotros, se estrelló contra el cristal del techo, provocando grietas que lo atravesaron en forma de telaraña. Grue prácticamente rebotó desde donde se sentaba en la espalda de Brutus, perdiendo su asiento, golpeó el cristal del techo con su hombro, y comenzó a deslizarse. Apenas había tracción, ni siquiera en la viga de acero que separaba los enormes paneles de vidrio, y lo único al final de esa caída sería una caída muy larga.
Extendió la mano y agarró el extremo de la cola de Brutus, poniéndose en pie en el mismo momento en que Judas, Tattletale y yo chocamos contra el cristal a su derecha.
El daño que Brutus había causado en el momento del impacto fue suficiente para garantizar que pudiéramos atravesar la ventana en lugar de simplemente quebrarla. Hubo un momento en el que se podía escuchar el sonido del metal en tensión, seguido por el sonido de un montón de vidrios rotos.
Juntos, todos caímos en el centro del último piso de la Galería Forsberg, unidos por un chaparrón de fragmentos de vidrio. Grue aterrizó sobre sus pies y se tambaleó hacia atrás cuando Brutus aterrizó justo en frente de él. A nuestro alrededor, había personas con vestidos elegantes y uniformes. Trajes, vestidos... traje de capa. La gente corría gritando y buscando donde cubrirse. Los héroes dieron un paso adelante, algunos tratando de comprender la situación en medio del caos, otros poniéndose entre nosotros y los civiles.
Una cuestión de latidos después de tocar tierra, Regent y Angelica se sumergieron en la habitación, aterrizando justo detrás de nosotros. Regent perdió su asiento cuando Angelica aterrizó, pero se las arregló para rodar cuando él golpeó el suelo, poniéndose en cuclillas mientras se detenía. Casi logró que pareciera intencional. Angelica se acercó al lado de Perra, vistiendo el mismo arnés que le dimos en el asalto al banco, pero con dos grandes cajas de cartón atadas a sus costados, en lugar de bolsas.
Me sentí extrañamente calmada mientras mis ojos recorrían la habitación. El Protectorado estaba reunido alrededor del escenario en la parte posterior de la sala. Armsmaster, Miss Militia, Assault, Battery, Velocity y Triumph. Dauntless estaba ausente.
No muy lejos estaba la "mesa de los niños" con algunos de los héroes del momento. Clockblocker, Vista, Gallant y Shadow Stalker, siendo interrumpidos en su socialización con los niños ricos, los actores adolescentes y los hijos e hijas de las figuras locales. ¿La rubia platinada con el vestido de noche blanco que me estaba mirando feo? Esa sería Glory Girl, sin traje.
De pie frente a la sala, levantando sus armas en nuestra dirección, estaba un escuadrón de ERP en servicio. Sus uniformes muy reconocibles eran malla de cadena reforzada con kevlar, coronados con cascos sin rostro. El único medio que tenías para identificarlos eran los números de placa impresos en sus chalecos con números blancos gruesos. Cuatro de los cinco tenían lo que parecían lanzallamas. Todavía no estaban disparando, no podían. Estaban cargando lo mejor en armamento no letal, pero había ancianos y niños en la multitud, y según Tattletale, eso significaba que tenían prohibido abrir fuego contra nosotros por el momento.
Los civiles... hombres y mujeres con sus mejores ropas y joyas. Una combinación de las personas más ricas y poderosas de la ciudad, sus invitados y aquellos dispuestos a pagar los precios exorbitantes por las entradas. Los boletos empezaron a doscientos treinta dólares y habían trepado abruptamente a medida que los compraban. Inicialmente, consideramos asistir como invitados, para un plan de ataque, antes de decidir que era demasiado peligroso arriesgarnos a que nuestras identidades secretas fueran captadas por una cámara, o que algo saliera mal mientras intentábamos contrabandear nuestros equipos, disfraces y perros dentro. Una vez que decidimos eso, dejamos de verificar el costo de las entradas, que llegaron a los cuatrocientos dólares por persona. Los invitados podían usar treinta dólares del precio del boleto para pujar en una subasta, pero aún así era bastante exorbitante.
Reconocí al alcalde, la primera vez que lo había visto en persona. Hubo un tipo que podría haber sido un actor poco conocido, pensé que lo reconocí también. El resto solo eran personas, tal vez un poco mejor aspecto que la norma, un poco mejor vestida.
Y Emma.
Podría haberme reído. Ella estaba allí de pie en medio de la multitud con sus padres y su hermana mayor, con aspecto asustado y un pequeño vestido azul cielo y sandalias azules. Su padre era un abogado de divorcios de alto perfil. Supuse que era posible que hubiera trabajado para alguien famoso o lo suficientemente poderoso como para que su familia no hubiera necesitado una invitación o boletos caros para entrar.
De alguna manera apestaba, sabiendo que estaba a punto de darle una historia increíble para compartir con el resto de la escuela cuando terminara su suspensión. Realmente, en serio esperaba que no fuera una historia como "estos villanos idiotas intentaron una estupidez que avergonzaría hasta a Über y a Leet, y los arrestaron en cuestión de segundos.”
Tattletale se rió, con nerviosismo, “¡Mierda! ¡No haré eso de nuevo! Jodidamente intenso... " Su voz se apagó cuando Grue ennegreció a la multitud, dejando solo el lugar donde estábamos y los mismos bordes de la habitación libres de la oscuridad. Ella le lanzó una mirada asesina.
“¡Perra, Regent, adelante!” Él gritó, mientras caminaba, agarró mi mano y prácticamente me sacó de un tirón de donde estaba sentada en la espalda de Judas. Tattletale saltó hacia abajo, siguiendo un paso o dos detrás de nosotros.
Los tres corrimos hacia el frente de la habitación, mientras Perra silbaba por sus perros y corría hacia la parte trasera. Sentí cuando Regent desenganchó las dos cajas que estaban atadas a Angelica. Las cajas eran pesadas y golpearon el suelo con fuerza, rompiéndose en las costuras. Mejor de lo que esperaba. Hice que salieran mis bichos de la parte superior de la caja y de los lados divididos, y los ordené entre la multitud.
Si un poco más de los mordedores y picadores se dirigían en la dirección general de Emma, ​​no se debía a una elección consciente de mi parte.
Si todo iba según lo planeado, Perra, Regent y los perros podrían retrasar o detener a cualquiera que se aventurara más allá de la nube de la oscuridad. Todo lo demás, nuestro éxito o nuestro arresto humillante, dependía de Grue, Tattletale y yo.
Mis bichos llegaron al frente de la sala unos segundos antes que nosotros. Pude sentir sus ubicaciones, y esto a su vez me dio la capacidad de identificar dónde estaban las personas, las paredes, la puerta y los muebles.
Me estaba moviendo con mi cuchillo desenvainado incluso antes de que Grue desapareciera algo de su oscuridad para revelar una parte del escuadrón ERP que estaba estacionado en la entrada. Mientras la nube de negro se disipaba en volutas de humo, me estaba acercando a uno de los miembros del equipo, sacando mi cuchillo contra la manguera que se extendía entre el dispositivo parecido a un lanzallamas que sostenía en sus manos y el tanque en su espalda. No se cortó inmediatamente, lo que me obligó a intentarlo por segunda vez. Cuando el cuchillo cortó el material de la manguera, el miembro del equipo de PRT se dio cuenta de mí y me golpeó la cara con el codo. Mi máscara recibió lo peor del golpe, pero ser golpeada en la cara por un hombre adulto no es divertido con ninguna cantidad de protección.
Caí hacia atrás a través de la puerta incluso cuando el tanque comenzó a vaciar su contenido en el suelo. Era de un blanco amarillento, y cuando se derramó en el suelo, se expandió como crema de afeitar. El tanque probablemente tenía cerca de doce litros, lo que significaba una gran cantidad de espuma.
Grue aprovechó todo su peso para patear en el pecho a uno de los miembros del escuadrón contra la espuma, y ​​luego golpeó la palma de la mano contra la barbilla del siguiente tipo. Cuando el hombre se tambaleó, Grue agarró el tanque en su espalda y se lo puso sobre su cabeza. Esto no solo hizo que el hombre perdiera el equilibrio, sino que el peso del tanque lo mantuvo así. Grue, con las manos todavía en el tanque, tiró del casco del miembro del escuadrón hacia abajo al mismo tiempo que levantó la rodilla. El panel del casco se rompió, y el hombre ni siquiera tuvo el reflejo de levantar las manos para suavizar la caída antes de golpear el suelo.
Un cuarto miembro de la brigada salió de la oscuridad, y Tattletale se apoderó de la boquilla del arma del hombre, forzándola a un lado antes de que pudiera abrir fuego. Me puse de pie para ayudarla. Mientras Tattletale comenzó a perder el forcejeo por el arma, salté sobre la pila de espuma que aún se expandía, y luego me lancé por lo bajo para golpearle las piernas y hacerle perder el equilibrio. Cayó, fuerte, y Tattletale le arrancó el arma de las manos. Cuando él se puso de pie, ella apretó el gatillo y lo roció en la cara. Grue desvaneció suficiente oscuridad para revelar al último miembro del equipo, y Tattletale lo enterró bajo una explosión de espuma.
Había visto un especial del Discovery Channel sobre esta cosa. El EPR, el Equipo de Respuesta Parahumana, estaba equipado con armamento no letal diseñado por Artesanos para someter a los supervillanos. Esta espuma de contención era equipo reglamentario. Se eyectaba como un líquido, luego se expandía en una espuma pegajosa con algunas propiedades útiles. Era flexible y poroso cuando estaba completamente expandido, para que pudieras respirar mientras estabas dentro de él, por lo menos el tiempo suficiente para que lleguen los equipos de rescate con un agente disolvente. También era resistente a los impactos, por lo que los escuadrones de EPR podían cubrir el suelo con él para salvar a las personas que caían o evitar que los pesos pesados hicieran mucho daño.
Por la forma en que se expandía, podrías cubrir casi a cualquier villano, menos los más fuertes, y los incapacitaría. Debido a la forma en que te negaba el movimiento y era resistente a los impactos y al desgarro, incluso personas como Lung tendrían problemas para liberarse. Rematándolo todo, era resistente a las altas temperaturas y era un fuerte aislante, por lo que servía para manejar a los pirokinéticos y aquellos con poderes electromagnéticos.
Mientras el miembro del ERP luchaba inútilmente por quitarse el casco cubierto con espuma, le quité el tanque y ayudé a Tattletale a ponérselo. Grue ya tenía el suyo, y estaba obteniendo un tercero de uno de los miembros del equipo ERP capturados con espuma para mí.
Era pesado, y casi no podía soportar el peso. En lugar de tambalearme, me agaché y dejé que la base del tanque descansara contra el suelo.
Grue señaló a nuestra izquierda, y apuntamos. Un segundo más tarde, hizo que la oscuridad se disipara, mostrando la mesa del buffet rodeada por los varios Custodios y Glory Girl volando a unos pocos pies sobre el suelo. Estaban aplastando a los bichos que se arrastraban sobre ellos, pero no estaban tan distraídos para no notar la repentina aparición de la luz, o de nosotros.
“¡Glory Hole!” Tattletale insultó a la heroína, antes de abrir fuego contra ella. Grue dirigió un chorro contra Clockblocker, a la izquierda, así que volví mi atención a la persona en el extremo derecho del grupo. Shadow Stalker.
Lo admito, tenía una razón que me irritara, ya que ella escribió una nota para el padre de Emma, ​​dándole combustible para ese maldito cargo de asalto. Fue con cierta satisfacción que le descargué una corriente de espuma.
La corriente fue al blanco, pero no pareció importarle mucho mientras evadía a un lado. Le di en el pecho con otro chorro, haciéndola tambalearse un poco, pero no se cayó ni se vio atrapada en la cosa como los demás. En vez de eso, se agachó un poco, su capa ondulándose, y luego rodó hacia un lado, preparando su ballesta cuando sus pies tocaron el suelo y ella empezó a correr a toda velocidad.
Fuera eso un dardo tranquilizante o una flecha real, estaba jodida si ella me daba.
Esparcí la corriente, con el objetivo de atraparla un poco y disminuir su velocidad o arruinar su puntería. Pisó un poco de espuma y se tropezó un poco. Tattletale agregó su poder de fuego al mío, y con nuestras corrientes combinadas, Shadow Stalker cayó. Nos tomamos un segundo para enterrarla bajo la espuma, y ​​Grue le agregó algo de oscuridad.
“¡Siguiente!” Grue gritó, señalando. Arrastré el tanque pesado del suelo y me acerqué a nuestro próximo objetivo antes de volver a bajarlo y apuntar.
Esta vez, moví deliberadamente una serie de bichos al área para distracción extra. La oscuridad se disipó, y esta vez era el Protectorado, la mitad de ellos. Battery, Assault y Triumph.
Battery ya estaba cargada cuando Grue disipó la sombra impenetrable que los había cubierto, y se movió como un borrón tan pronto como pudo ver a dónde iba. Sin embargo, ella no salió corriendo hacia nosotros. En cambio, ella saltó hacia un lado, pateó a Assault en el medio del pecho con ambos pies, y luego se alejó en la dirección opuesta.
Assault era un manipulador de energía cinética, y podía controlar las energías del movimiento, la aceleración y el movimiento de forma muy similar a como otros héroes podrían manipular la llama o la electricidad. Usó la energía de la patada de Battery para lanzarse como un cohete hacia nosotros, mientras Battery se movía para flanquear.
Grue dirigió una corriente directamente hacia Asalto, pero el primer segundo espuma pareció deslizarse del hombre. Comenzó a asentarse después de eso, pero los efectos retrasados ​​le dieron a Assault el tiempo justo para golpear a Grue y enviarlo volando contra la pared junto a los Custodios. Después de eso, la expansión de la espuma le impidió avanzar mucho más.
Tattletale y yo enfocamos nuestro fuego en Battery. La mujer se agachó y esquivó el camino de nuestras corrientes, moviéndose demasiado rápido para seguir de manera confiable con nuestros ojos. Pareció tropezar con una mesa de cóctel, una de esas redondas lo suficientemente grandes como para que cuatro personas pudieran pararse alrededor, pero cualquier torpeza de su parte era una ilusión. Un latido más tarde, ella tenía la mesa en sus manos y giró en un círculo completo.
Tiró la mesa como un frisbee de gran tamaño, y empujé a Tattletale en una dirección mientras me arrojaba en la otra. El borde de la mesa le dio a arma en las manos de Tattletale y la tiró de su agarre con la fuerza suficiente para hacer que Tattletale ruede mientras golpea el suelo.
Lo cual me dejó solo a mí en pie, contra Triumph y Battery. Armsmaster, Miss Militia y Velocity estaban por ningún lado. Podría haber usado mis bichos para sentirlos en la oscuridad, pero tenía asuntos más urgentes en los que concentrarme.
Battery se estaba cargando de nuevo, aprovechando que estábamos desequilibrados para acumular una reserva de energía de nuevo. Diablos, ella probablemente había construido todo su estilo de lucha alrededor de eso. Pude ver las líneas normalmente azul cobalto de su traje brillando en un brillante azul-blanco eléctrico. Concentré mi atención en ella, atrayendo cada bicho en el área inmediata hacia ella mientras trataba de orientarme para abrir fuego otra vez. Avispas, mosquitos y escarabajos se posaron en ella, mordiendo y picando.
Por solo una fracción de segundo, vi el brillo de las líneas de su traje atenuarse, antes de encender de nuevo. Ella necesitaba concentrarse, al parecer, y mis bichos habían servido para distraerla. Cuando me puse de pie y abrí fuego, ella fue un paso demasiado lento para salir del camino de la corriente. La atrapé bajo el rocío y comencé a amontonar espuma encima de ella.
Una onda de choque me golpeó. Me tumbaron por segunda vez en cuestión de segundos y me quedaron los oídos zumbando.
Triumph tenía una temática de gladiador / león para su traje, con un casco de león dorado, hombreras y cinturón, y traje ceñido en el resto. Había logrado arrancar suficientes bichos de su cara para usar su grito sónico. Era uno de esos muchachos que era grande, musculoso y lo suficientemente fuerte como para no querer pelear con él incluso si no tuviera ese otro poder, y su otro poder era uno que le permitía perforar agujeros en el concreto.
Grue apuntó y disparó una corriente hacia él, pero Triumph fue sorprendentemente rápido al apartarse del camino. Cuando Grue reorientó su objetivo, Triumph pateó una mesa de cóctel y la agarró con una mano para usarla como escudo contra la espuma. Intenté alejarme para atacarlo desde otra dirección, pero él abrió la boca y soltó otra onda expansiva que me hizo resbalar por el suelo, peligrosamente cerca de las pilas de espuma que habían atrapado a los Custodios. Cuando intenté elevar mi boquilla en su dirección para rociarle con más espuma de contención, mi visión se distorsionó y vi doble, y un gemido agudo amenazó con ahogar todo lo demás. Bajé el arma, envié más bichos en su dirección y me concentré en recuperar mis sentidos.
“¡Aquí!” Grue gritó. Él levantó su mano. Triumph inhaló, preparándose para otra ráfaga-
Y Brutus corrió por el corredor que Grue había creado en la oscuridad para golpear a Triumph como un toro a la carga.
Tal vez un poco más duro de lo que yo habría golpeado al hombre, si hubiera sido el monstruo del tamaño de un humvee tomando la decisión. Aun así, no puedes culpar a un perro por no saberlo.
Justo a mi izquierda, Shadow Stalker liberó la parte superior de su cuerpo de la espuma y comenzó el lento proceso de liberar su ballesta. Normalmente no es posible, pero su capacidad para entrar en un estado de sombra aparentemente la hizo más resbaladiza que la mayoría.
“No”, le gruñí. “Quédate abajo.” La enterré bajo más espuma.
Me puse de pie, me tambaleé, me enderecé, tambaleé un poco más y luego trabajé en mantener el equilibrio.
“¡Skitter!” Rugió Grue, “¡Muévete!”
No perdí tiempo en arrojarme al suelo. Por el rabillo del ojo, solo vi una mancha azul y plateada donde había estado parada.
Tuve que dejarme caer sobre mi espalda para ver a Armsmaster parado a dos metros de mí, nivelando la hoja de su alabarda en mi dirección. La plata de su visor dejaba muy poco de su expresión visible. Todo lo que podía ver era la delgada y dura línea de su boca.
“Lo siento”, murmuré, lo suficientemente despacio como para estar segura de que Tattletale y Grue no lo escucharían. Apunté con el rociador de espuma.
En un instante, agitó su arma para que el extremo del mango quedara frente a mí. Hubo un sonido amortiguado de ‘whump’, y sentí algo así como una ola de aire intensamente caliente que hizo que todos los pelos de mis brazos, piernas y la parte posterior de mi cuello se erizaran. Me di cuenta de que el gatillo del rociador de espuma de contención estaba hundido y nada salía del extremo del arma. Lo intenté de nuevo. Nada.
Eso sería un pulso electromagnético arruinando la maquinaria. Mierda.
Antes de que pudiera organizar mis pensamientos y advertir a Grue y Tattletale, Armsmaster giró el arma en sus manos como verías a los cadetes militares haciéndolo con sus armas durante una marcha. Mientras giraba a su alrededor, escuché el sonido ‘whump’ dos veces en rápida sucesión.
De alguna manera, dudaba que hubiera fallado.
“Llama a tu mutante”, dijo, con ese tipo de voz que la gente obedecía. “Te lo prometo, solo se lastimaría si me ataca, y prefiero no someter a un animal a eso, cuando el amo es el culpable.”
“¡Perra!” Gritó Grue, “Dile que se detenga. Él tiene razón.”
Desde un punto que no pude ver, Perra silbó. Brutus retrocedió por el pasillo que Grue había hecho para reunirse con ella.
“Te estabas moviendo como si pudieras ver en mi oscuridad”, Grue habló, con una nota de cautela en su voz resonante.
“He estudiado tus poderes”, nos dijo Armsmaster, golpeando con la culata de su arma en el suelo. Cada bicho a menos de cinco metros de él cayó del cielo, muerto. “Esto terminó desde el momento en que entraron en la habitación.”
Miss Militia salió de la oscuridad junto al escenario, con lo que parecía una ametralladora en sus manos, Regent como su rehén. Él no tenía su cetro.
Mierda.

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Insinuación III

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_____________________Insinuación III______________________

No tuve tiempo para contemplar el mensaje que recibí de Tattletale. Sonó la campana y tuve que apresurarme para cerrar sesión y apagar la PC antes de dirigirme a mi próxima clase. Mientras recogía mis cosas, me di cuenta de que había estado tan absorta investigando sobre los villanos que había conocido la noche anterior y en el mensaje de Tattletale de que había olvidado preocuparme por meterme en problemas por faltar a la clase. Sentí una especie de resignación cuando me di cuenta de que tendría que enfrentar las consecuencias más tarde en el día, de todos modos.
Madison ya estaba en su asiento cuando llegué al salón de clases. Ella tenía un par de chicas agachadas a cada lado de su escritorio, y las tres rompieron a reír al verme. Perras.
Mi asiento preferido era el extremo derecho, primera fila, el más cercano a la puerta. La hora del almuerzo e inmediatamente después de la escuela era cuando el trío tendía ponérmelo más difícil, así que traté de sentarme lo más cerca posible de la puerta, para un escape rápido. Vi un charco de jugo de naranja en el asiento, con la botella de plástico vacía debajo de la silla. Madison iba por un dos por uno. Fue tanto una “travesura” como un recordatorio de cómo me rociaron con jugo y refrescos el viernes pasado. Irritada, evité mirar a Madison y tomé un asiento vacío unas pocas filas atrás.
El Sr. Gladly entró en la habitación, era bajo y lo suficientemente joven que casi podrías confundirlo con otro estudiante de secundaria. Tardó unos minutos en comenzar la clase, y de inmediato nos ordenó dividirnos en grupos de cuatro para compartir nuestra tarea con los demás y prepararnos para compartirla con el resto de la clase. El grupo que tuviera más para contribuir ganaría el premio que había mencionado el viernes, golosina de la máquina expendedora.
Eran cosas como estas las que hacían que el Sr. Gladly fuera el profesor que menos me agradaba. Me dio la impresión de que se sorprendería al saber que no le agradaba a alguien, pero eso era solo una razón más para mi desagrado. No creo que haya comprendido por qué a la gente podría no gustarle, o qué tan miserable era el trabajo en grupo cuando no te identificabas con ninguno de los grupos o camarillas de la escuela. Se imaginó que a la gente le gustaba trabajar en grupo porque les permitía hablar y pasar el rato con sus amigos en clase.
Mientras la clase se distribuía, pensé que en evitar quedarme como una perdedora sin ningún grupo al que unirme y sacarme algo más de encima. Me acerqué al escritorio en el frente del salón.
“¿Señor Gladly?”
“Llámame Sr. G. El Sr. Gladly es mi papá”, me informó con una especie de severidad fingida.
“Lo siento, eh, Sr. G. Necesito un nuevo libro de texto”.
Me miro curioso, “¿Qué le pasó a tu viejo libro?”
Empapado con jugo de uva por un trío de arpías. “Lo perdí”, mentí.
“Los libros de texto de reemplazo cuestan treinta y cinco dólares. No lo espero ahora, pero … ”
“Se lo traeré para el final de semana”, terminé por él.
Me entregó un libro de texto, y miré por encima de la habitación antes de unirme al único grupo con espacio para otro más: Sparky y Greg. Habíamos estado en grupo varias veces antes, como las sobras cuando todos los amigos y camarillas se habían unido.
Sparky aparentemente había conseguido su apodo cuando un maestro de tercer grado lo uso de forma irónico, y se había pegado, hasta el punto en que dudaba que nadie, excepto su propia madre, supiera siquiera su verdadero nombre. Era un baterista, de pelo largo, y estaba tan desconectado de la realidad que podías dejar de hablar en medio de una oración y no se daría cuenta. Simplemente pasaba por la vida aturdido, presumiblemente hasta que podio hacer lo suyo, que era su banda.
Greg era todo lo contrario. Era más inteligente que el promedio, pero tenía una manera de decir cada pensamiento que se le venía a la cabeza: su pensamiento no tenía frenos. O dirección. Hubiera sido más fácil estar en un grupo solo con Sparky y esencialmente hacer el trabajo por mí misma de lo que sería trabajar con Greg.
Saqué mi parte de la tarea de mi nueva mochila. El Sr. Gladly nos había pedido que ideáramos una lista de formas en que las capas habían influido en la sociedad. Entre los varios pasos de mi preparación para mi primera noche de disfraz, me había tomado el tiempo para arreglar mi proyecto de arte y había presentado una lista bastante completa para la tarea del Sr. Gladly. Incluso había usado recortes de periódicos y revistas para apoyar mis puntos. Me sentí muy bien al respecto.
“No hice mucho,” dijo Greg, “me distraje con este nuevo juego que recibí, es realmente muy bueno, se llama Space Opera, ¿lo has jugado?”
Un minuto después todavía estaba hablando sobre el mismo tema, a pesar de que no le estaba prestando atención o dándole ningún comentario sobre lo que estaba diciendo, “… tienes que entender que es un género, y es uno en el que realmente me he metido últimamente, desde que comencé a ver este anime llamado – ¡Oh, oye, Julia! “. Greg se separó de su monólogo para saludar con suficiente energía y emoción que me sentí un poco avergonzada solo estar sentada a su lado. Me volví en mi asiento para ver a uno de los amigos de Madison entrar tarde.
“¿Puedo estar en el grupo de Madison?”, Preguntó Julia al Sr. Gladly.
“Eso no sería justo. El grupo de Greg solo tiene tres personas. Ayúdalos “, dijo el Sr. Gladly.
Julia caminó hacia donde estábamos sentados e hizo una mueca. Solo lo suficientemente alto para que lo oigamos, ella murmuró algo disgustada, “Ew”. Sentí casi lo mismo de que ella se uniera a nosotros.
Fue cuesta abajo desde allí. El grupo de Madison se movió, así que las cuatro estaban sentadas al lado de nuestro grupo, lo que permitió que Julia hablara con ellas mientras aún estaba sentada con nosotros. La presencia de todas las chicas populares y atractivas en la clase solo puso a Greg más nervioso, y comenzó a tratar de insertarse en su conversación, solo para ser ignorado. Fue embarazoso verlo.
“Greg”, le dije, tratando de distraerlo del otro grupo, “Esto es lo que hice durante el fin de semana. ¿Qué piensas?”
Le entregué el trabajo que había hecho. Para su crédito, le dio una lectura seria.
“Esto es realmente bueno, Taylor”, dijo, cuando terminó.
“Déjame ver”, dijo Julia. Antes de que pudiera detenerlo, Greg obedientemente le entregó mi trabajo. La vi mirar por encima y luego la arrojó a la mesa de Madison. Hubo algunas risas.
“Devuélvemelo”, dije.
“¿Devolver qué?”, ​​Dijo Julia.
“Madison”, le dije, ignorando a Julia, “Devuélvemelo”.
Madison, linda y pequeña y objetivo del amor de la mitad de los chicos de nuestro grado, se volteó y logró una mirada y tono combinados de tal condescendencia que un hombre adulto se estremecería, “Nadie te está hablando, Taylor”.
Eso fue todo. A menos que corriera hacia el maestro y me quejara, no iba a recuperar mi trabajo, y cualquiera que considerara esa opción claramente nunca ha estado en la escuela secundaria. Greg miró entre las chicas y yo con una especie de pánico antes de caer en un ataque de disculpas. Sparky tenía la cabeza apoyada en el escritorio, ya sea dormido o cerca ello, y me quedé furiosa. Hice un intento de tratar de salvar las cosas, pero hacer que Greg se concentrara era imposible, ya que constantemente trataba de disculparse e hizo intentos pateticos para convencer al otro grupo de que devolviera mi trabajo. Se nos acabó el tiempo y el Sr. Gladly eligió a personas de cada grupo para ponerse de pie y exponer lo que se les había ocurrido.
Suspiré cuando el Sr. Gladly eligió a Greg para que hiciera la presentación de nuestro grupo, y me vi obligado a mirar a Greg frustrarlo lo suficiente como para que el Sr. Gladly le pidiera que se sentara antes de que terminara. Greg era uno de esos niños que siempre pensé que los maestros gritaban por dentro cuando levantaban la mano en clase. El tipo de niño que se tomaba el doble de tiempo para responder que cualquier otra persona, y a menudo era medio incorrecto o tan fuera de tema que descarrilaba la discusión. No me podía imaginar lo que poseía el Sr. Gladly para elegir a Greg para hacer la presentación de nuestro grupo.
Lo que empeoró las cosas fue que luego pude ver a Madison relatar mi impresionante lista de formas en que las capas habían cambiado el mundo. Ella usó casi todos mis puntos; la moda, la economía, los Tinkers y el boom tecnológico, el hecho de que las películas, la televisión y las revistas habían sido modificadas para acomodar a las capas celebres, y así sucesivamente. Aun así, se equivocó al explicar cómo habían cambiado a las fuerzas de la ley. Mi idea había sido que con capas calificadas para que aliviaran la carga de trabajo y se encargaran de la mayoría de las crisis de alto perfil, las fuerzas del orden de todo tipo podían entrenar y expandir sus habilidades, lo que las hacía más inteligentes y versátiles. Madison simplemente lo hizo sonar como si tuvieran muchos días de vacaciones.
El Sr. Gladly nombró a otro grupo como los ganadores, en virtud de la gran cantidad de cosas que se les habían ocurrido, aunque insistió en que la calidad del trabajo de Madison era lo suficientemente buena para contar. A partir de ahí, pasó a su lección.
Estaba que ardía y apenas podía concentrarme en la lección, ya que mi poder crepitaba y atraía mi atención desde la periferia de mi conciencia, haciéndome muy consciente de cada bicho dentro de área de 160 metros[1].
Podía desconectarlo, pero la concentración extra que tomó, junto con la ira que sentía hacia Madison y el Sr. Gladly, me distraía lo suficiente como para no poder concentrarme en la lección. Seguí el ejemplo de Sparky y puse mi cabeza sobre el escritorio. Como estaba exhausta por la actividad de la noche anterior, era todo lo que podía hacer para no quedarme dormida. Aun así, pasar la clase medio dormida hizo que pasara más rápido. Me sobresalté cuando sonó la campana.
Cuando todos recogieron sus cosas y comenzaron a salir, el Sr. Gladly se me acercó y dijo en voz baja: “Me gustaría que te quedes unos minutos, por favor”.
Solo asentí y guardé mis libros, luego esperé a que el maestro terminara de negociar dónde encontrarse a los ganadores del concurso de la clase para poder darle sus premios.
Cuando éramos solo yo y el Sr. Gladly en el aula, se aclaró la garganta y luego me dijo: “No soy estúpido, ¿sabes?”.
“Está bien”, respondí, insegura de cómo responder.
“Tengo una idea de lo que sucede en mi clase. No sé exactamente quién, pero sé que algunas personas te están haciendo pasar un mal momento “.
“Claro”, dije.
“Vi el desastre que quedo en tu asiento habitual hoy. Recuerdo hace unas semanas cuando pusieron pegamento en tu escritorio y silla. También hubo un incidente que sucedió a comienzos de año. Todos tus profesores tuvieron una reunión sobre eso “.
No pude mirarlo a los ojos cuando trajo el último evento. Me miré los pies.
“¿Y supongo que hay más de lo que no sé?”
“Sí”, dije, aun mirando hacia abajo. Fue difícil explicar cómo me sentía acerca de esta conversación. Me alegré, creo, de que alguien lo hubiera mencionado, pero me molestó que ese alguien fuera el Sr. Gladly. También me sentí avergonzada, como si me hubiera chocado con una puerta y alguien estuviera esforzándose demasiado para asegurarse de que estuviera bien.
“Te pregunté después del incidente del pegamento. Te lo vuelvo a preguntar. ¿Estarías dispuesta a ir a la oficina conmigo, a hablar con el director y el subdirector?
Después de unos momentos de consideración, levanté la vista y le pregunté: “¿Qué pasaría?”
“Tendríamos una discusión sobre lo que ha estado sucediendo. Tu nombrarías a la persona o personas que consideras responsables, y cada una de ellas sería llamada para hablar con el director, a su vez “.
“¿Y serían expulsadas?”, Pregunté, aunque ya sabía la respuesta.
El Sr. Gladly negó con la cabeza, “Si hubiera pruebas suficientes, serían suspendidas por varios días, a menos que hayan hecho algo muy serio. Ofensas adicionales podrían llevar a suspensiones o expulsiones más largas “.
Solté una risita triste, sintiendo que la frustración crecía, “Genial. Entonces, tal vez se pierdan unos días de escuela, y solo si puedo probar que estaban detrás de todo … y si son suspendidas o no, se sienten cien por ciento justificadas en cualquier cosa que le hagan a la soplona para vengarse “.
“Si quieres que las cosas mejoren, Taylor, tienes que empezar en algún lado”.
“Ese no es un punto de partida. Me estaría disparando en el pie “, le dije, tirando de mi bolso sobre mi hombro. Cuando él no respondió de inmediato, salí del aula.
Emma, ​​Madison, Sophia y media docena de otras chicas estaban de pie en el pasillo, esperándome.
[1] La distancia que usa Taylor es una decima de milla, lo que equivale a 176 yardas o 160 metros.

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.........Y mato porque me toca.

El relato del crimen que transportó a este país hacia las regiones mentales más frías de los asesinos anglosajones en serie comienza cuatro años antes del 30 de abril de 1994, noche en la que un estudiante de tercero de Químicas, de 22 años, y otro de tercero de B.U.P., de 17, eliminan a un hombre con 20 puñaladas porque lo exigía el guion del juego que ellos mismos inventaron.
LOS SUCESOS DE EL PAÍS ... Y mato porque me toca Los reportajes y ensayos de esta veraniega serie han sido extraídos del libro Los sucesos de EL PAÍS, publicado en 1996 como parte de la conmemoración de los 20 años del diario, lanzado el 4 de mayo de 1976. Históricas firmas del periódico, como Rosa Montero, Juan José Millás o Jesús Duva desmenuzan algunos de los crímenes que han marcado la reciente Historia de España, de la matanza de Atocha al crimen de los Marqueses de Urquijo.
Cuatro años antes de aquella madrugada, en un campo de fútbol del barrio madrileño de Chamartín, Félix Martínez, un niño de oc­tavo de E.G.B., se embelesa con los gritos desde la grada de un chaval cinco años mayor, ojos azules detrás de gafas gruesas, metro noventa sobre el nivel del suelo, moreno y desgarbado en el andar. Félix se le acerca creyendo que declama nombres de personajes del juego del rol, el invento que surgió a finales de los sesenta en Estados Uni­dos y conquistó en forma de negocio las papelerías españolas en la década de los noventa. Varias fichas, un tablero, una historia inven­tada y unos roles, interpretaciones o arquetipos que se adjudica a ca­da participante. Inteligencia, fantasía y tiempo libre para probarlas. Ordena y manda la figura del rol master.
A Félix no le gustaba ningún deporte, ni siquiera le apasionaba el cine, ni las chicas –su primera relación amorosa la tendría dos años después–, ni las motos, ni la ropa, ni los estudios. Tan sólo leer, a ser posible historias paranormales, escribir poemas y jugar al rol.
Félix se iba a llevar una sorpresa. Allí tenía un posible compañe­ro de Rol gritando aparentemente nombres de personajes. ¿A qué es­peraba para conocerlo? El chico de E.G.B. aborda por fin al miope de ojos azules y le pregunta si también sabe jugar al rol. Dos trage­dias se dieron la mano.
MÁS INFORMACIÓN ... Y mato porque me toca Todo lo publicado en El País sobre el caso 2008: Javier Rosado, el asesino del rol obtiene el tercer grádo 1999: Félix Martínez se rehabilita en un piso de estudiantes La de Félix, fácil de resumir: nunca tuvo hermanos, su padre ge­nético murió drogadicto y enfermo de sida cuando el niño cumplía un año, la madre mexicana, también drogadicta, conoció a su padre adoptivo cuando el chaval cursaba segundo de E.G.B. y se separaría cuatro años más tarde. Félix conocería entonces el cariño incondi­cional del nuevo padre y el desbarajuste colegial de todos los maes­tros por los que iba pasando, ya fueran de Madrid, Ibiza o La Rio­ja, según adjudicaran su estancia al lado de la madre o del padre. «Nunca hubo paz, eso no era una familia», confesaría el chico. La madre muere también de sida dos años antes del crimen y dos años después del encuentro con Javier en el campo de fútbol.
Félix, un carácter inseguro, nunca líder ni siquiera de sí mismo, lector empedernido, conoce en aquel campo a otro lector más empe­dernido, un fulano con una seguridad en sí mismo extraordinaria, alguien con frases del tipo «las mejores drogas están en la cabeza de uno», solitario, bien educado, taciturno y didáctico: Javier Rosado Calvo, vecino de Félix en una calle de Chamartín donde los pisos de cien metros cuadrados cuestan hasta 30 millones de pesetas de los años noventa. El del padre adoptivo de Félix, empleado en una empresa de máquinas tra­gaperras, era tan sólo alquilado.
Javier gritaba en las gradas varios nombres pero, para sorpresa del chiquillo, aquel tipo encorvado no sabía jugar al Rol. El chasco duró sólo un segundo, porque las palabras del otro llevaban un significado aún más atractivo y profundo que el del simple juego: eran nombres, pasajes, del gran novelista de literatura fantástica H. P. Lovecraft, el genio de principios de siglo cuyos relatos de tumbas, castillos temblorosos, sueños, monstruos y nieblas llegan cargados de frases tipo: «Los hombres de más amplio intelecto saben que no existe una verdadera distinción entre lo real y lo irreal; que todas las cosas aparecen tal como son tan sólo en virtud de los frágiles senti­dos físicos [...]». H. P. Lovecraft, la pasión confesa de Javier.
«Desde que conocí a Javier y me metió en su mundo», reconoció Félix en sus exploraciones psiquiátricas y psicológicas a raíz del cri­men, «todo cambió para mí, encontré otro tipo de pensamientos le­jos de los vulgares de cada día, cambió mi interior, me entregué a es­te tipo de filosofía que era apasionante, aún me sigue pareciendo apasionante, Javier se convirtió para mí en un ser extraordinario muy superior al hermano mayor que nunca tuve, me dejé arrastrar por él [...]. Al cabo de un tiempo llegué a hablar como él y a hacer gestos como él. Él hablaba mucho mejor que yo, mis ideas me las re­batía con facilidad [...]. Todo el mundo era estúpido para él, pero yo creo que yo para él no era estúpido».
Y Javier, la otra cara de la tragedia, encontró en Félix el público de banderita y trompeta que necesitaba su egolatría, el hermano pe­queño que tampoco tuvo, porque su único hermano, un año mayor, más fuerte, vencedor en las disputas físicas, apenas se trataba con Javier. Félix sería el discípulo predilecto de una filosofía alimentada con cuatro obras de Friedrich Nietzsche, Edgar Allan Poe o Stephen King mal mezcladas y otras tantas decenas seudoliterarias, peor di­geridas.
Durante una convalecencia por lesión en una pierna, Félix le lle­va un juego del rol y Javier aprende a jugar. Al poco tiempo el en­fermo crea Razas, un juego basado en el rol. La humanidad se di­vide en 39 razas o arquetipos que él ha inventariado basándose en personajes y nombres novelescos prestados por Lovecraft. Las razas, diría Javier, son ideas humanas llevadas al extremo. La raza 37 corresponde a los psicólogos, la 25 a las mujeres, la 22 al hombre, la 1 al bien y la 7 al mal. Cuando los psiquiatras le preguntan si jugaba al Rol, hay veces en que Javier llega a enojarse y dice que su juego era mucho más importante que el rol; era Su Obra, una «filosofía total» a la que había dedicado más de mil páginas y de la que espe­raba escribir un libro.
Hasta la noche del crimen, Javier pasa por un tipo normal, sin traumas perceptibles ni siquiera por su familia. Su padre, ingeniero industrial, solía jugar al ajedrez con él, su madre, enfermera, le sa­naba las heridas, y su hermano, compañero repetidor en tercero de Químicas, aseguraba que a Javier le bastaba con asistir a clase para aprobar.
Javier no era un joven de inteligencia superdotada, en eso coinci­den profesores y psiquiatras, pero disponía de la justa para creerse con mucha, para ganar un concurso de ajedrez en la cárcel y no disimular el orgullo o para impresionar a cuatro chavales del barrio menores que él. En los dos primeros cursos de Químicas consiguió seis aprobados, dos notables y un sobresaliente. Un expediente bueno, sin más.
Personalidad, conocimientos y edad suficiente, en cualquier caso, para erigirse en Master, líder de la banda del rol, que entre bromas y veras planeó matar la madrugada del 30 de abril a la primera víctima de lo que iba a ser una serie de crímenes. Los otros dos chava­les, Javier Hugo E. S. y Jacobo P., de 17 y 18 años respectivamente, fueron encausados por conspiración para el asesinato. A Jacobo le preguntó la policía por las normas de Razas y contestó que no había normas concretas como en el fútbol: «Se trata de sobrevivir en un mundo imaginario». Unas veces había que impedir la llegada a puerto de un barco, otras, era preciso destruir una ciudad y en al­gunas ocasiones se trataba de asesinar a alguna mujer que traicionó a su raza. Todo sobre la mesa.
Jacobo declaró que cuando Javier y Félix le llevaron al descampado donde habían eliminado a un hombre y se lo confesaron, él lo tomó como una fantasmada. Javier y Félix se vanagloriaban de aquello y lo equipararon al crimen de las setenta puñaladas, perpe­trado cerca de su barrio.
Empieza el juego
Un mes antes de la noche del 30 de abril, El País publicaba el hallazgo del cadáver de un hombre con unas setenta puñaladas y los ojos sacados. La noticia no causó otro efecto en los presuntos asesi­nos que el de animarles. A partir de ahora el tablero iba a adquirir la forma de toda la ciudad, con sus cuestas, sus descampados tene­brosos, sus personajes hundiéndose en la noche; las fichas serían pu­ñales y para moverlas vendría mejor usar guantes de látex que Ja­vier tomaría de sus clases de prácticas en la facultad; las reglas, sin límite.
Félix contó a los psiquiatras: "Yo creo que todo empezó a pla­nearlo [Javier] con decisión a raíz de un libro concreto de Lovecraft: Ciclo de aventuras oníricas de Randolph Carter, y en especial el capí­tulo "A través de la llave de plata", pasaje en el que un hombre se cansó del mundo y empezó a dedicarse a sus sueños hasta que al fi­nal estos sueños invadieron su propia realidad».
Carlos Moreno, la víctima del asesino del rol Javier Rosado. Carlos Moreno, la víctima del asesino del rol Javier Rosado. La realidad invadida puede ser la de un hombre casado como Carlos Moreno, con tres hijos y amigo de una viuda también con tres hijos, con la que había pasado la noche. Carlos visitaba desde hacía cinco años la casa de su amiga Modesta L., de 51 años, desde las diez hasta la una de la madrugada. Nunca pensó en separarse, ni Mo­desta se lo pidió, ni su mujer ni sus hijos, conscientes de la relación, lo obligaron. Los viernes Carlos salía más tarde de aquella casa y aquel viernes de abril salió a las tres. Si cobraba su nómina de 60.000 pesetas, montaba en taxi hasta la otra punta de la ciudad. Y si no, el búho, que es como se conoce en Madrid a la línea de autobuses nocturnos. La noche del crimen Carlos llevaba las 60.000 pe­setas en el bolsillo, pero optó por el autobús. Y en la parada encon­tró a los admiradores de Lovecraft dispuestos a soñar sus pesadillas.
El crimen perfecto exigía, según Henry, el psicópata de la pelícu­la Retrato de un asesino, un desconocimiento total de la víctima, ningún móvil, nada. Ya lo habían avanzado la novelista Patricia Highsmith y el director Alfred Hitchcock en Extraños en un tren: si un desconocido mata a mi esposa y yo a su madre, nadie ha de sos­pechar nada; en principio.
Así que ahí llegan los dos, Javier y Félix, en busca de una vícti­ma a la que nunca han visto. El escenario no podía ser más propi­cio. Un descampado de risco y pastizal, una casa desvencijada en medio de un llano, de esas que parecen existir sólo en días de vien­to, una luna de miedo y una parada de autobús, como un oasis sin nadie.
Para acercarse a los hechos valga el diario de Javier Rosado, un texto sin precedentes en la historia criminal de España:
«Salimos a la 1.30. Habíamos estado afilando cuchillos, preparán­donos los guantes y cambiándonos. Elegimos el lugar con precisión.»
«Yo memoricé el nombre de varias calles por si teníamos que sa­lir corriendo y en la huida teníamos que separarnos. Quedamos en que yo me abalanzaría por detrás mientras él [por Félix] le debilita­ba con el cuchillo de grandes dimensiones. Se suponía que yo era quien debía cortarle el cuello. Yo sería quien matara a la primera víctima. Era preferible atrapar a una mujer, joven y bonita (aunque esto último no era imprescindible pero sí saludable), a un viejo o a un niño. Llegamos al parque en que se debía cometer el crimen, no había absolutamente nadie. Sólo pasaron tres chicos, me pareció de­masiado peligroso empezar por ellos [...]. En la parada de autobús vimos a un hombre sentado. Era una víctima casi perfecta. Tenía ca­ra de idiota, apariencia feliz y unas orejas tapadas por un walkman.»
«Pero era un tío. Nos sentamos junto a él. Aquí la historia se tornó ca­si irreal. El tío comenzó a hablar con nosotros alegremente. Nos con­tó su vida. Nosotros le respondimos con paridas de andar por casa. Mi compañero me miró interrogativamente, pero yo me negué a ma­tarle.»
Félix no supo explicar después por qué Javier le perdonó la vida. Y el otro nunca lo contó.
«Llegó un búho y el tío se fue en él [...].»
«Una viejecita que salió a sacar la basura se nos escapó por un minuto, y dos parejitas de novios (¡maldita manía de acompañar a las mujeres a sus casas!).»
«Serían las cuatro y cuarto, a esa hora se abría la veda de los hombres [...]. Vi a un tío andar hacia la parada de autobuses. Era gordito y mayor, con cara de tonto. Se sentó en la parada.»
« [...] La víctima llevaba zapatos cutres y unos calcetines ridícu­los. Era gordito, rechoncho, con una cara de alucinado que apetecía golpeada, y una papeleta imaginaria que decía: "Quiero morir". Si hubiese sido a la 1.30 no le habría pasado nada, pero ¡así es la vida!»
«Nos plantamos ante él, sacamos los cuchillos. Él se asustó mirando el impresionante cuchillo de mi compañero. Mi compañero le mira­ba y de vez en cuando le sonreía (je, je, je).»
Félix alegó dos meses después ante la policía que se encontraba algo bebido y que le daba miedo desobedecer a su amigo.
«Le dijimos que le íbamos a registrar. ¿Le importa poner las ma­nos en la espalda?, le dije yo. Él dudó, pero mi compañero le cogió las manos y se las puso atrás. Yo comencé a enfadarme porque no le podía ver bien el cuello.»
«Me agaché para cachearle en una pésima actuación de chorizo vulgar. Entonces le dije que levantara la cabeza, lo hizo y le clavé el cuchillo en el cuello. Emitió un sonido estrangulado. Nos llamó hi­jos de puta. Yo vi que sólo le había abierto una brecha. Mi compañero ya había empezado a debilitarle el abdomen a puñaladas, pero ninguna era realmente importante. Yo tampoco acertaba a darle una buena puñalada en el cuello. Empezó a decir "no, no" una y otra vez. Me apartó de un empujón y empezó a correr. Yo corrí tras él y pude agarrarle. Le cogí por detrás e intenté seguir degollándole. Oí el desgarro de uno de mis guantes. Seguimos forcejeando y rodamos. "Tíralo al terraplén, hacia el parque, detrás de la parada de auto­bús. Allí podríamos matarle a gusto", dijo mi compañero. Al oír es­to, la presa se debatió con mucha más fuerza. Yo caí por el terraplén, quedé medio atontado por el golpe, pero mi compañero ya había ba­jado al terraplén y le seguía dando puñaladas. Le cogí por detrás pa­ra inmovilizarle y así mi compañero podía darle más puñaladas. Así lo hice. La presa redobló sus esfuerzos. Chilló un poquito más: "Jo­putas, no, no, no me matéis".»
«Ya comenzaba a molestarme el hecho de que ni moría ni se de­bilitaba, lo que me cabreaba bastante [...]. Mi compañero ya se ha­bía cansado de apuñalarle al azar [...].»
«Se me ocurrió una idea espantosa que jamás volveré a hacer y que saqué de la película Hellraiser. Cuando los cenobitas de la pelí­cula deseaban que alguien no gritara le metían los dedos en la boca. Gloriosa idea para ellos, pero qué pena, porque me mordió el pulgar. Cuando me mordió (tengo la cicatriz) le metí el dedo en el ojo [...].»
«Seguía vivo, sangraba por todos los sitios. Aquello no me impor­tó lo más mínimo. Es espantoso lo que tarda en morir un idiota [...].»
Carlos Moreno Fernández fue un idiota que trabajó desde los ocho años como aprendiz de relojero, un obrero que con el oficio más que aprendido se quedó en paro desde hacía nueve años y padeció de nervios hasta que su esposa lo colocó en la empresa de limpieza El Impecable Ibérico, probablemente un nombre estúpido también; Carlos Moreno Fernández fue un idiota que no consintió jamás la entrada de un fontanero, un albañil o un electricista en casa porque él solo se bastaba para arreglarlo todo, un hombre idiota que a fuer­za de trabajo había conseguido dinero para educar a sus tres hijos, que sabía cocinar y le encantaba cuidar flores, un hombre que huía de los televisivos «Quién sabe dónde», «Su media naranja» y «Códi­go Uno», porque le parecían «programas para marujas». Un hom­bre. Con sus aspiraciones a corto y largo plazo, sus pequeños y gran­des recuerdos, reducidos a un charco y un bulto entre las piedras.
«Vi una porquería blanquecina saliendo del abdomen y me dije: “Cómo me paso” [...].»
«A la luz de la luna contemplamos a nuestra primera víctima. Sonreímos y nos dimos la mano [...]»
«No salió información en los noticiarios, pero sí en la prensa, El País, concretamente. Decía que le habían dado seis puñaladas entre el cuello y el estómago (je, je, je). Decía también que era el segundo cadáver que se encontraba en la zona y que [el otro] tenía 70 puña­ladas (¡qué bestia es la gente!) [...]»
«¡Pobre hombre!, no merecía lo que le pasó. Fue una desgracia, ya que buscábamos adolescentes y no pobres obreros trabajadores. En fin, la vida es muy ruin. Calculo que hay un 30% de posibilida­des de que la policía me atrape. Si no es así, la próxima vez le toca­rá a una chica y lo haremos mucho mejor.»
Como no había nada que lamentar, sino todo lo contrario, la ha­zaña corrió de boca en boca entre la banda del rol. Así hasta que se enteró un amigo de ellos que se lo contó en confesión a un cura, des­pués al padre, y el padre lo puso en conocimiento de la policía.
Batallones de periodistas y psiquiatras comenzaron sus investiga­ciones. Nunca hasta este entonces se había dado en España un caso semejante.
Pascual Duarte, el genuino personaje de Camilo José Cela, co­menzó sus fecharías porque pensó que la perra le miraba mal. De un tiro la mató.
El ejecutivo rico, vacío y psicópata que protagoniza la novela del estadounidense Bret Easton Ellis narra con algunos años de antela­ción a Javier y con parecida frialdad su asesinato del mendigo: «Luego le corto el globo ocular... y él empieza a gritar cuando le cor­to la nariz en dos, lo que hace que la sangre me salpique un poco». El ejecutivo producto de la ficción contaba con el móvil filosófico de que los perdedores no cuentan en esta vida. El existencialista de El extranjero que inmortalizó Albert Camus en 1942 mató porque le atormentaba el calor, el resplandor insoportable del mar. A Javier y a Félix sólo les movió el juego.
Siete meses después del crimen, Félix Martínez, el compañero del autor del diario, declaró al psiquiatra José Cabreira, del Instituto Na­cional de Toxicología: «Después de leer todos los artículos de prensa que han hablado de nosotros, todo me parece basura periodística exagerada para distraer a la opinión pública de otras cosas más im­portantes. En particular se ha exagerado con el diario de Javier, en el que yo sé que lo que escribió estaba muy exagerado y fantaseado, es­cribió lo que él cree que pasó y en él es donde me inculpa. Además lo escribió muy deprisa, en dos o tres días, enseñándoselo luego a ami­gos comunes».
Javier también culpa a la prensa de su situación. Ninguno de los dos amigos ha hablado con rencor del otro. «Le llegué a idealizar», confesó Félix, «ése fue mi error y otro error, dejarme llevar demasiado». Para después añadir sin reparos: «Me dejé engañar, era cons­ciente de que me dejaba llevar, pero siempre aprendía algo».
Un monstruo
Félix sigue teniendo la impresión de que su amigo era un su­perdotado: «Javier es casi un inútil, alérgico, miope, con diarreas... Tiene de todo, incluso un estómago que es un caso único... Sin embargo en la parte mental es un monstruo... ».
Con un monstruo así era imposible que la policía los descubriese.
La banda confiaba en el Master, aunque no sabían que habían deja­do intactas las 60.000 pesetas en la chaqueta del idiota, con lo cual, la policía empezó a descartar el móvil del robo.
Nada más asesinarlo, Javier dedicó una ficha a Carlos con el nombre de Benito, el mismo que un profesor de Químicas. Lo dibu­jó con su bigote, con la bolsa donde guardaba su mono de trabajo, y puntuó sus cualidades: Fuerza 8, Poder 6, Carisma 4, Inteligencia 6, Tamaño 15, Voluntad 16.
Había que proseguir rellenando fichas, más cadáveres sobre la tumba del tablero, homicidios en serie, con la perseverancia de Jack el Destripador o sus secuaces anglosajones. Cuando fueron detenidos se disponían a salir de nuevo de cacería con los guantes de látex. Pe­ro a sus espaldas olvidaron una cosecha de pruebas. Restos de guan­tes en la cara del idiota, el reloj de Félix perdido en la pelea, el diario, el famoso diario en casa. Cuando la policía detuvo a Javier aún lleva­ba el dedo vendado que aseguró en el diario haberse herido al meter­lo en la boca del idiota. Se encaminaba a la casa de Félix, a veinte me­tros de la suya, con un paquete de guantes en la mano. Félix se derrotó enseguida, lo que en lenguaje policial significa ni más ni me­nos que reconoció todo. Entre sollozos declaró que el plan consistía en matar esa noche tórrida del 5 de junio a una chica y para eso los guantes. Pero Javier no se arredró ni por los agentes de la brigada de la Policía Judicial de Madrid, ni por las pruebas que le colocaban de­lante de su considerable nariz, ni por la lectura en vivo del diario.
–¡Dios mío, no puedo creer que yo haya hecho eso! Tengo la du­da de que sea verdad o ficticio.
–Si a las cuatro de la mañana –le preguntaba el policía– no esta­bas dando 20 puñaladas a un hombre, ¿qué hacías?
–Creo que estaba jugando al ordenador, no recuerdo bien. Después de los agentes llegó el batallón de psiquiatras a la cárcel.
Cada uno con sus entrevistas, con parecidas preguntas y distintas conclusiones. Si estaban locos, ningún crimen podría imputárseles; y si no, la condena sería por homicidio. Psicóticos o psicópatas, ése era el dilema.
Los psicóticos no son responsables de sus actos, los psicópatas, sí.
Los primeros se libran de cualquier condena, los segundos no. En el psicótico no existe conciencia del yo, en el otro, sí.
Los padres de Javier Rosado contrataron los servicios del profe­sor de Psiquiatría Forense de la Universidad Complutense de Ma­drid José Antonio García Andrade. El doctor se quedó extrañado de que su cliente declarase un cariño enorme por su padre, al tiempo que desconocía su edad y profesión. De la madre decía que trabaja­ba de ATS porque de vez en cuando le sanaba alguna herida.
Le confesó a García Andrade que de entre las razas, la que más le ha influido, la que más se asemeja a su persona es Cal, a quien de­finió como «un niño frágil, a veces una mujer rubia, que emana tal sufrimiento que es difícil acercarse a ella, aunque es peor cuando sonríe o tiene la cara machacada». Y aseguró: «Sin Cal yo no sería lo que soy. Con él aprendí a aprender. Lo conocí en 1988; Cal es do­lor; el bendito sufrimiento; ama los cuchillos, los objetos punzantes o cualquier cosa que pueda producir dolor, aunque lo que más le fas­cina es el dolor del alma».
De Cal aprendió Javier su simple teoría sobre la vida: «Aprender a usar el dolor es disfrutado como el placer. El dolor de los puntos de sutura que me dieron en la rodilla cuando tuve un accidente es mayor que el orgasmo con una mujer. El dolor es mejor que el pla­cer y más barato. La gente confunde al cenobita con el masoquista, pero no son lo mismo; éste disfruta siendo humillado y al someter­se, pero el cenobita disfruta al sufrir, porque con el dolor saca conocimiento. Cal dice que cometió el crimen del que se me acusa. Lo ha­ce para dañarme, para enseñarme, para causarme pena, desespera­ción, pero Cal no mata, sólo tortura».
¿Loco o actor? El 8 de octubre de 1994 le reveló a García Andra­de que el primer golpe a la víctima fue con un cuchillo pequeño de conchas naranjas. Le dio en el mentón y en la cara anterior del cue­llo y señaló el movimiento de su víctima bajando la cabeza hacia el tórax. García Andrade le hizo ver que este dato no venía en los pe­riódicos. Javier sintió miedo por primera vez, al menos, eso es lo que el forense contratado por su familia reseñó. «Estoy al borde de la lo­cura, necesito ayuda», cuenta el psiquiatra que dijo Javier, «es ver­dad, esto no venía en la prensa. Hay veces en que yo no miro, no veo, no siento, no huelo, no me fijo, no es una mente, es una máquina, tienes que hacer una cosa y la haces. Eso ocurrió».
En ese momento de la entrevista solicitó que se le sometiese al Suero de la Verdad, y se sumergió, según Andrade, en una gran an­gustia.
¿Loco o actor? Para el psiquiatra contratado por su familia, Ja­vier está loco, por tanto no se le podría imputar delito alguno. García Andrade sostiene que este chico de «inteligencia de tipo medio, con buena capacidad de abstracción y de síntesis» padece una «es­quizofrenia paranoide, además de personalidad múltiple psicótica y amnesia disociativa». Psicótico pues, sin lugar a la condena, además de esquizofrénico y con problemas de memoria.
Para el doctor, el juego no fue la causa de sus enfermedades, si­no precisamente la máscara. Dos años después del crimen, Javier se­guía jugando a Razas en la cárcel.
Pero el dictamen de García Andrade no era más, ni menos, que un estudio de parte, es decir, algo que había que contrastar necesa­riamente con otros estudios.
La titular del juzgado de instrucción número cinco de Madrid encargó otro informe a las psicólogas adscritas a la clínica médico-forense de Madrid Blanca Vázquez y Susana Esteban.
Cuando Javier les empieza a hablar de su perro Atila dice: «El pe­rro es una magnífica persona, cuando lea la prensa ya sabrá él a lo que me refiero».
Javier se declara ratón de bibliotecas, con más de 3.000 volúme­nes en su casa, y las psicólogas corroboran que el preso cuenta con cierto bagaje de cultura fantástica, pero no sabe quién es Martin Luther King, por no hablar de temas corrientes como ecología o Ter­cer Mundo, de los cuales asegura desconocer todo.
El dilema
¿Loco o actor? El informe de las psicólogas lo califica de psicópata pero... «este diagnóstico implica un trastorno de personalidad que no afecta en absoluto a su capacidad de entender y obrar [...]. El sujeto sabe lo que quiere hacer y quiere hacerlo cuando lo hace». Por tanto, susceptible de condena.
El informe de las psicólogas es bastante más duro que el del psi­quiatra contratado por la familia. Para ellas, Javier Rosado jamás se ha creído ser una de sus razas, sino que las conoce y controla a su voluntad y siempre desde una perspectiva de observador. Y conclu­yen: «Se trata de un sujeto altamente peligroso [...]. Bajo circuns­tancias favorables podría cometer cualquier crimen violento y sádi­co. Odia a la sociedad y a las personas, con las que no se siente implicado más que de forma racional. Busca activamente reconoci­miento social».
Blanca Vázquez y Susana Esteban concluyen su estudio de 21 pá­ginas el 7 de octubre de 1994. Doce días después Juan José Carras­co Gómez y Ramón Núñez Parras, especialista en psiquiatría el pri­mero y médicos forenses ambos adscritos a los juzgados de la plaza de Castilla, presentan a petición de la juez otro estudio sobre Javier de 51 páginas. Ambos análisis, el de ellas y el de ellos, se habían efectuado de forma paralela a petición de la juez y de eso se queja­rían por escrito Carrasco y Núñez al entender que «los retests practi­cados en fechas cercanas pierden fiabilidad».
Unos y otras se encierran con el preso, visitan a sus familiares, analizan sus escritos y, al emitir sus dictámenes, se contradicen. Ca­rrasco y Núñez sostienen que cualquiera de las múltiples personali­dades de Javier «pueden tomar el control absoluto de la conducta». O sea, exento de penas.
Aunque también hacen reseñar los doctores que tanto su madre como su hermano mayor no habían observado antes del crimen nin­gún comportamiento en Javier sospechoso de tratamiento psiquiátrico. Ni alteraciones de memoria, ni manifestaciones de las distintas personalidades, ni soliloquios. Siempre fue muy estudioso, introver­tido y lector infatigable. Nunca pensaron que precisase de psicólogos, aunque una vez en la cárcel comenzaron a verle con trastornos serios en sus visitas.
En una de sus entrevistas los dos psiquiatras llegan a plantearse si Javier actúa en plan estratega, porque alguna vez les había ad­vertido que durante su estancia en prisión iba a resucitar a Wul, el estratega que estaba adormecido, para defenderse así de funciona­rios, médicos y otros presos.
Tras varias horas de entrevistas con el recluso y su familia, tras consultar las más de 1.000 páginas que Javier escribió sobre su jue­go, además de bibliografía y jurisprudencia sobre personalidad múltiple en Estados Unidos, Carrasco y Núñez concluyen que sus tras­tornos no están buscados conscientemente como coartada porque sería muy difícil de simular un cuadro clínico de tanta riqueza, ex­presividad y contenidos. Resumen: enajenación mental completa. En cuanto a las posibilidades de cura, «no existe ninguna cuya indica­ción sea garantía de una evolución favorable».
Sin embargo, Javier Saavedra, el abogado de la familia de la víc­tima, asesorado por psiquiatras especialistas en casos de múltiple personalidad, sostiene que Javier es un psicópata dueño de todos sus actos. «Si hubiera encontrado junto a la víctima a un guardia civil, un psicótico habría cometido el crimen igualmente, pero Javier Ro­sado, no: él discernía el peligro. El psicótico puede ver perturbados sus sentidos afectivos, pero no es frío como el psicópata.»
Carlos Fernández Junquito, médico psiquiatra del Hospital Ge­neral Penitenciario, vio a Javier como una persona con la afectivi­dad prácticamente abolida. «Cierto día, estando presente en la en­trevista la psicóloga de la Unidad, le dijo: "Puede usted quedarse, es como el teléfono".»
Pero el psiquiatra Fernández Junquito le diagnosticó el 18 de oc­tubre de 1994, en el informe más breve de los tres elaborados, es­quizofrenia paranoide, algo que desecharon otros doctores.
Para el letrado Saavedra, Javier Rosado no sólo está exento de cualquier tipo de esquizofrenia sino que se trata de un psicópata res­ponsable y consciente de todo lo que hizo: «El lenguaje del psicópa­ta es estructurado, racional y lógico, como el de Javier; los psicópatas_ son seres racionales, muy manipuladores, engañan mucho, ambicio­nan el poder y para ello se valen del lenguaje, mientras que el psi­cótico pasa del poder. En el momento en que lo cogieron no es un psicótico, aunque después haya desarrollado una psicosis».
Javier se consideró impotente ante los psiquiatras para saber si él había cometido el crimen. Aseguró que si intentara averiguarlo se podía declarar dentro de su cabeza una guerra civil entre las razas, como la que sufrió con 17 años: «Hubo una rebelión en COU que fue la guerra de los Maras... fue cuando tuve el desengaño amoroso, mi depresión, Mara contra Fasein». Para investigar sobre aquel cri­men dijo que tendría que atravesar pasillos de su cerebro muy peli­grosos, porque hay razas que no dejan pasar a nadie por allí.
El 22 de junio de 1994 Javier salió esposado de la cárcel de Val­demoro para que lo examinara en los calabozos de la plaza de Cas­tilla un forense. En el trayecto del furgón a la cárcel, un redactor de El País le preguntó:
–Javier, ¿te arrepientes de lo que has hecho?
–Yo no he hecho nada –contestó con la cabeza gacha para eludir las fotos–, yo no he hecho nada.
Uno de los guardias civiles que lo custodiaban le levantó la cabe­za agarrándolo por la nuca y le dijo:
– ¿Que no has hecho nada, cabrón?
En la cárcel, algunos presos mucho más fornidos que él le respe­tan y le temen por el halo de inteligencia que le ha otorgado la pren­sa y sus partidas de ajedrez.
Pero su compañero Félix fue a parar a un pabellón de adultos donde los otros presos, en un alarde de originalidad, lo han bautiza­do con el alias de Niño.
Los psiquiatras Carrasco Gómez y Núñez Parra señalan que a pe­sar de todo Félix seguía admirando a Javier y se mostraba interesa­do por lo nuevo que podía estar escribiendo su amigo en prisión sobre Razas. «Ahora seguro que utiliza la raza 17, Wul, y la 18, la serpiente de lengua bífida, que intenta convencer haciendo daño a otros, implicar a otros para salvarse él mismo ... y es posible que Fa­sein pueda cortarse los dedos, Fasein es el que se automutila, que aprende con el sufrimiento, que se va cortando los dedos y va apren­diendo ... »
Félix a veces también duda de su personalidad: «No estoy seguro de haberlo hecho... pero quizás no fuera yo en ese momento... esta­ba muy identificado con Javier... me he metido en un lío... [sollozos], de una broma de matar a alguien nunca pensé que fuera a suceder lo que sucedió».
Mientras esperaban la sentencia del juez, Javier seguía jugando a sus Razas, inventando alguna de ellas basada en la persona de un policía que le interrogó, y Félix se entretenía con poemas como este que escribió antes del crimen:
Quiero romper las cadenas de la muerte
y volar por estepas infinitas
con un caballo de alas marchitas
cantando con el grito de un demente.
Pasarán estaciones pequeñitas
en el ritmo incesante de mi mente
con mi amargo recuerdo tan caliente
soñarán las mujeres más bonitas.
Mas te recuerdo y en mi memoria gritas.
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